Agárrate fuerte

 

Agárrate fuerte

¡Agárrate fuerte a la escoba, que vamos a volar!

Durante varios días, a primera hora de la mañana, escuchaba esa frase que provenía de algún piso del edificio más alto de la barriada.

Mientras caminaba con dirección al trabajo, se quedaba un rato mirando hacia las distintas ventanas, esperando ver quien decía aquella frase tan peculiar. A pesar de intentarlo, no era capaz de distinguir desde que piso se proyectaba aquella voz.

Estaba seguro de que era una voz de mujer, no parecía demasiado mayor, casi podía jurar que era bastante joven.

Al llegar al trabajo comentaba con sus compañeras la situación, algunas se reían diciendo que, seguro que era alguna bruja, aunque no debía de ser muy moderna para seguir usando escoba. Otros creían que sería alguna mujer amenazando a sus hijos o incluso a su marido. La recepcionista, muy seria, le instaba a tener cuidado, por si la escoba salía volando y aterrizaba en su cabeza.

Esa noche salió a dar un paseo por delante del inmueble, la mayoría de las luces estaban encendidas, quería comprobar que era algo que solo se escuchaba por la mañana. Así era simplemente se rompía el silencio con el ruido de algún coche, o de alguna persona que llamaba a su perro.

¡Agárrate fuerte a la escoba, que vamos a volar!

Otra vez a la mañana siguiente, ¿Qué era lo que estaba pasando?, es que solo lo escuchaba ella, los demás viandantes continuaban su camino sin inmutarse, ¿acaso ninguno sentía curiosidad?, ¿sería alguna alucinación suya? Era una situación que la estaba volviendo loca, más que nada por no saber, no conocer, no poder descubrir que era lo que sucedía.

Algo cayó justo delante de sus pies, dándole un susto de muerte, desde la ventana del cuarto, una niña de unos diez años grito.

—Lo siento, señora, estoy enseñando a volar a mi muñeca.