Juego de coronas

 

Juego de coronas

—¡Hola! ¿Te conozco?

Llevaba dos horas en aquella sala y no se había percatado de que no estaba sola. La mujer sentada en la otra esquina parecía asustada, no podía verle la cara, la tenía apoyada entre sus manos. Junto a sus pies un charco de sangre que corría por sus piernas. Quiso levantarse para acercarse a ella, sin embargo, sus músculos estaban rígidos, nada en su cuerpo funcionaba excepto su cabeza.

—¿Chica, perdona, pero te pasa algo?, ¿estás herida? ¿Por favor dime algo?

Movió la cabeza hacia la que le estaba hablando, abrió los ojos poco a poco, encontrándose con otros que parecían aterrados. Su cara no le sonaba de nada, por más que se fijaba en ella, estaba segura de que no la conocía.

Aparte de ver su sangre correr, aquel lugar parecía impoluto, antes de responder pensó que al menos no estaba sola.

—No sé lo que me pasa —su voz era un susurro, a pesar de sentir también un temor desconocido, sintió alivio al mirar a la otra joven, que como ella parecía desconcertada por aquella situación. —¿Dónde estamos?

 —No tengo ni la más remota idea, llevo aquí unas horas y no he visto a nadie, fíjate que tampoco te había visto a ti. ¿Tú tampoco te puedes mover?

—Parece que no, lo he intentado, pero creo que es por mis heridas.

—Lo último que recuerdo es estar en la playa con mis amigos, ¿y tú?, ¿qué recuerdas?

—Iba con mis amigas en el coche a pasar una semana en la montaña. Supongo que todo esto es una pesadilla, seguramente despertaré de un momento a otro.

—Eso también lo pensé hace horas, pero aquí sigo.

Escucharon la voz de un hombre en la otra esquina de la sala

—¿Alguien me pude decir que es lo que está pasando? ¿Quiénes sois vosotras? ¿Dónde estamos?

Las dos mujeres tardaron su tiempo en poder girar la cabeza para mirar al nuevo, era joven y parecía de color azul, al contrario que ellas, él se podía mover, pues tiritaba como si tuviese frío.

Escucharon una melodía que salía por alguna parte de las paredes, oírla les producía una paz que nunca jamás habían sentido, la luz fue descendiendo poco a poco hasta quedar muy tenue. Una voz los llamó por su nombre y del techo bajaron tres pantallas que se colocaron delante de cada uno.

En la pantalla podían leer que solo uno de los tres abandonaría aquel lugar, al que le tocase las tres coronas, despertaría de su sueño.

Las noticias del día comenzaban con la localización de un joven que se había caído esquiando, después de dos días al fin habían encontrado su cadáver. La otra noticia era la de un accidente de cinco jóvenes que se iban de vacaciones, cuatro había muerto en el acto y una quinta había muerto hacía unas horas.

Unos socorristas eran noticia, habían recuperado el cuerpo de una mujer sobre unas rocas, tras los primeros auxilios llegó en estado crítico al hospital, la buena noticia era que había salido del coma y se recuperaba satisfactoriamente.