Pesadilla en 3D
Existen vidas de película, y películas en vida que, te marcan la existencia y no puedes dejar de verlas.
—¿Quieres hacer el favor de
levantarte? Una orden que recibía todas las mañanas justo cuando daban las ocho
en punto.
A lo largo del día todo se
quedaba tranquilo, no había órdenes, ni preguntas, ni voces que la
atormentasen. Al contrario de la noche que era totalmente distinta, solo con
entrar en la habitación, el murmullo comenzaba, primero muy bajo y luego los
gritos se volvían cada vez más insoportables. Frases de odio, palabras de
desprecio, todo aquello mezclado con ira y maldad.
El estar fuera de aquellas
cuatro paredes era un alivio, un escape, una libertad que llevaba años sin
disfrutar en su totalidad. Sabía que podía elegir, por el contrario, esa
decisión la atormentaba más que vivir una situación a la desesperada.
Reflexionaba sobre lo fácil
que les resultaba a otros salir adelante, en vivir, en respirar, en soñar. Para
ella todas esas acciones le resultaban dolorosas, vivir le daba miedo, respirar
le producía ansiedad, soñar era un lujo.
A lo largo de los años,
convivir con una situación, creaba una adicción insana, en la que creías que no
merecías arrugar la boca para formar una risa, soltar una broma o simplemente
saborear un helado. La culpabilidad se produce y se asienta de tal forma que te
obliga a servirla, a depender de ella.
En sus manos estaba acabar con
todo aquello, el poder estaba en no volver a pisar aquella casa, la libertad en
deshacerse de los demonios que la tenían atada. En el momento que pisaba la
calle, pensaba que ese día no regresaría, no obstante, allí estaba cada noche a
la hora en punto. Entraba con temor, dejaba todo preparado para el día
siguiente, para luego acudir a la habitación donde, como todas las noches, los
insultos, las vejaciones y el desprecio se iban clavando como puñales en su
alma, en su corazón y en su piel.
No podía evitarlo, o no
quería, o no estaba preparada, o seguramente era una adicta al sufrimiento.
Se sentó en la cama, se quitó
la ropa y se miró al espejo, necesitaba mirar todas aquellas cicatrices que,
aunque ya curadas, todavía le dolían cuando pasaba su mano por encima de ellas.
La más dolorosa la tenía en el vientre, en aquella ocasión creyó que, si moría,
ganaría la libertad. Estuvo a punto de ganar la partida, sin embargo, lo único
que ganó fue seguir adelante sin poder evitar sentirse culpable por no haberse
muerto.
Sentía la necesidad de
escuchar de nuevo las grabaciones de los insultos, de las palizas, que tanto le
gustaba grabar al hombre que un día pensó, que sería el amor de su vida.
Aquel que durante unos años
estaría encerrado, mientras ella continuaba presa de una pesadilla de la que no
se atrevía a escapar.
¡Holaaa!
ResponderEliminarUff madre mía que relato más duro, pero más real también.
Creo que es muy difícil dejar atrás situaciones de maltrato, de abuso... se quedan contigo mucho tiempo después y siguen formando parte de ti, y esto es lo más doloroso.
¡muchos besos!
Un relato donde nos transmites muy bien la desolación del personaje y la codependencia que tiene con su torturador. Muy bueno. Es terrible pensar que es la realidad cotidiana de muchas personas. Saludos.
ResponderEliminarCuántas personas sufriendo en silencio, y sufriendo el silencio de la sociedad.
ResponderEliminarQué triste vivir una vida en esas circunstancias y no poder o no saber salir de ese círculo dañino. Lo relatas con la crudeza de esa cruel realidad que, desgraciadamente, es para muchas mujeres su día a día. Un fuerte abrazo, Mar!
ResponderEliminarTriste y duro relato. el maltrato siempre te persigue. Aunque ya no este quien lo hizo. Se vive día a día. Te mando un beso.
ResponderEliminarDurísimo, y por desgracia sumamente real. Es parte de esto que se vive a diario. Y aquí sigue siendo presa de él, está irremediablemente atada a ese dolor que resulta interminable. Excelente Mar, un gran abrazo.
ResponderEliminarpainful story....
ResponderEliminarlove the way you write it. Excellent
so emotional story...
ResponderEliminarTremendo relato, tan cierto, tan real. Cuántas cicatrices en silencio guardadas, muy bueno, un saludo, PATRICIA F.
ResponderEliminarHola hola!!
ResponderEliminarSimplemente los pelos de punta!
Un besote desde el rincón de mis lecturas 💕
Scary ... and so true.
ResponderEliminar