Los viejos fantasmas
Cada vez que cerraba los
ojos, unas enormes figuras transparentes se le aparecía y apretaba su cuerpo hasta
dejarlo sin respiración. Despertaba sofocado, con falta de aire, con una
angustia clavada en su pecho que le hacía saltar de la cama, y correr a abrir una
ventana para recibir aire fresco.
Desde hacía unos días esas
figuras lo perseguían a todas partes, miraba a donde tenía que estar su sombra
y allí estaban, intentando acercarse como si quisieran entrar en su cuerpo y
poseerlo.
Sentía que los viejos
fantasmas venían a por él, por su alma, por su cuerpo, y por su vida. Nunca a
lo largo de su existencia el miedo fuera una preocupación, no sabía lo que era
sentir pánico, terror y ahora estaba aterrorizado, no le aterraba nada en este
mundo, pero si lo que habría al otro lado. Jamás creyó en nada más allá de la
muerte y ahora descubría que existía ese mundo paralelo, esos fantasmas, entes
que aparecían para saldar cuentas.
A lo largo de años la
justicia de la tierra no había podido con él, llegó a jactarse de todo y de
todos, no esperaba ángeles blancos, pero tampoco los esperaba negros.
Esa noche la presión del
fantasma sobre su cuerpo le hizo levantarse de un salto, para arrodillarse en
el suelo y suplicar que le dejasen en paz, el aire no llegaba a sus pulmones y
las palabras le salían entrecortadas mientras apoyaba la frente en la fría
baldosa.
Sacó las herramientas,
miró la vieja estantería y comenzó a sacar balda por balda, el martillear le
producía paz, el estar ocupado no les permitía a los fantasmas llegar a su
mente. El trabajo le llevaría toda la noche, pero no le importaba, las sacaría
de allí, y las dejaría libres.
Detrás de la estantería
la pared estaba impregnada, se notaban las manchas que formaban figuras iguales
a las de los entes que lo atormentaban. Fue a buscar un pico y una pala,
comenzó a picar sobre la humedad deshaciendo el borrón que cubría la pared.
Mientras echaba abajo el
tabique, pensó en Meli, su primera mujer, diez años de matrimonio, en los que
se había comportado como un judas, la había engañado cientos de veces, nunca le
dio una buena vida a pesar de todo el dinero que había ganado y, que la mayor
parte lo perdiera jugando. Después le vino a la mente Cata, su segunda esposa,
una jovencita enamorada del artista, del hombre que se pavoneaba por las zonas
de alterne alardeando de su fama, quince años estuvo a su lado, aguantando a un
viejo verde.
Ninguna de ellas estaba
en este mundo, por eso creía que los viejos fantasmas venían a por él. El
tiempo pasaba, a punto de cumplir noventa años, pronto se reuniría con las
mujeres de su vida, pues a pesar de estar con muchas, esas dos fueran las
únicas a las que quiso a su manera.
Allí estaban, ocultas bajo el cemento, escondidas de miradas, en el primer tabique encontró a Cata, y en el segundo a Meli, unos enormes murales que le había dedicado a cada una de ellas.
Uhhhhhhh tremendo relato!!!
ResponderEliminarsi que eres buena en este género!!!
Creo definitivamente que es asi.... que lo malo se paga siempre...de un lado o del otro.. pero que debe ser terrible enfentarse a esos fantasmas a esa altura de la vida/muerte. Excelente!!!!Que tengas bello fin de semana!!!
Una historia intrigante que sin dudas merece una mayor extensión. Te diría que es casi el resumen de una novela policial desde el punto de vista del victimario.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Buen relato te deja intrigada hasta el final. Te mando un beso.
ResponderEliminar¡Cuánto misterio, angustia, terror en este hombre que seguramente sabía que la vida NO se queda con nada! Manejas estupendamente todo lo que sale de tu imaginación transportandolo a palabras, querida Mar. Un gran abrazo!
ResponderEliminarGuau! Tremendo relato, terrorífico. Me ha encantado! 'Las amaba a su manera'. Estupendo relato, Mar! ¡No hay género que se te resista! Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarUn cuento donde el sentimiento de terror está muy bien logrado. Tremendo ese final donde se revela el porqué del acoso fantasmal. Saludos.
ResponderEliminarEnterrar a una persona como manda la ley es muy caro. El pintor se ahorró un montón de pasta, pero lo pagó de todos modos.
ResponderEliminarTenebrosos, serios, y muy reales, estos fantasmas.
ResponderEliminarMuy bueno, a veces los fantasmas de nuestras vidas aparecen sin pedir permiso, por eso mejor es tener una buena conducta y que los fantasmas sean amigables, me encantó, un abrazo y buen comienzo de semana, PATRICIA F.
ResponderEliminarTe dejo una invitación a nuestro blog con una propuesta de escritura, si te interesa participar, eres bienvenida.
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/2022/03/desayunos-artesanos-volumen-iii.html?showComment=1648471749944#c3219575054926513826
Bom dia. Desejo uma excelente segunda-feira com muita paz e saúde.
ResponderEliminarUn escrito absolutamente brillante, en verdad
ResponderEliminarPaz
Isaac
Un excelente escrito! Te deja intrigada hasta el final! ♥️
ResponderEliminarSin duda has sabido transmitir la angustia que sentía por la visita de esos fantasmas, que resultaron tener nombre y apellido y consiguieron, aunque tarde, una especie de justicia poética por los desaires causados durante sus relaciones,bss!
ResponderEliminar¡Hola
ResponderEliminarMadre mía, uno de esos relatos que te pone el corazón en un punto y la tensión en la boca de estómago desde la primera frase.
Como siempre, me la has colado jejeej, vamos, el giro del final no me lo esperaba.
Un placer leerte, ya lo sabes.
Besotes
Me encantan las historias así de intrigantes... cómo siempre me ha encantado, debe ser horrible enfrentarse a esos fantasmas, me has dejado con la intriga hasta el final y un final cómo siempre que no me esperaba. Me encanta leerte.
ResponderEliminarFeliz fin de semana, ¡un beso!
Una historia que me hizo escarapelar la piel, es como ser testigo de las últimas horas de una persona, y ver pasar sus recuerdos, supongo que será así para todos.
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