El bueno, el feo y el terrible
Desde la infancia los tres
amigos caminaban por la vida siempre juntos, eran de esos compañeros que
estaban para todo, para lo bueno y lo malo. De esas amistades que nunca se
rompen a pesar de las grandes diferencias que existían entre ellos tres.
Jacobo, apodado “El
bueno” era el que calmaba los ánimos, el que siempre tenía una palabra amable,
una sonrisa, el que acudía en el momento justo y oportuno. Nacido en un hogar
de clase media alta, y siendo hijo único, adoraba la familia que tenía, le
habían inculcado unos valores que siempre llevaba a rajatabla en su trato con
los demás. En general era una persona excelente.
Roberto, apodado “El
feo”, un apodo que llevaba arrastrando desde la infancia, su rostro no era muy
agraciado, todo le sobresalía la nariz, las orejas, el mentón. Una cara pequeña
para un cuerpo grande. Se había quedado sin padre con la edad de nueve años y
él, siendo el pequeño de tres hermanos, tuvo que heredar ropa, juguetes y
aprender a valerse por sí mismo. Su madre disponía de poco tiempo para la
familia, por los dos trabajos que llevaba a cabo los siete días de la semana.
Bruno, apodado “El
terrible”, era el típico bromista pesado, el hombre que desde niño se escudaba
en hacérselo pasar mal otros para paliar su ingratitud con la vida, por la
familia que tenía, la cual no se la deseaba a nadie. Su padre un borracho
empedernido y su madre una persona inestable que iba y venía sin importarle
nada ni nadie. El mayor de cinco hermanos, toda la vida lidiando con el cuidado
de los más pequeños y de acostar a su padre cuando llegaba borracho, y se
derrumbaba en medio del salón o del pasillo.
Tres amigos atípicos que
se complementaban con esa amistad que nadie entendía. Estando juntos se
olvidaban de todo lo demás, conversaban de la vida, leían los mismos libros que
se iban pasando y luego comentaban, tenían los mismos gustos para el cine, la
música, la diversión. Unas aspiraciones
de futuro muy similares, de las cuales hablaban y hablaban durante horas.
Salían a divertirse,
disfrutaban de la noche, del día, de las aventuras que les gustarían realizar,
de esos viajes pendientes a los que nunca podían ir, por algún contratiempo, en
este caso siempre de Bruno, que no podía dejar solos a sus hermanos con
aquellos padres insensatos.
Durante años los acusaron
de todo, de tener algo más que una amistad, de no ser personas normales,
llegaron a mirarlos de forma rara, y con el tiempo les inventaron una fama nada
merecida. Tres hombres marcados simplemente por ser diferentes y amigos.
Con el paso del tiempo,
se dieron cuenta de que por separado les iría mejor, la gente dejaría de
hablar, podrían hacer cada uno su vida, y así fue, ambos se casaron, tuvieron
hijos, vivieron una buena vida durante bastantes años.
Si bien el destino, o el
karma, o lo que cada uno quiera llamarlo, siempre aparece, te busca y te
encuentra, te da una satisfacción o te la quita, te une o te separa, te quiere
o te odia.
Me estremecí. ¡Las cosas de la vida! Quisiera yo pensar que sus vidas tomaron rumbos distintos, sus propios rumbos -como es normal- y no que las maledicencias fueron la causa. Qué buen razonamiento acerca de la unión de espíritus más allá de las diferencias. Pero muy conmovedor el último encuentro.
ResponderEliminarQué buen relato Mar! Un abrazo grande.
Cuando tenemos el destino trazado con otras almas similares a las nuestras, eso que llaman almas gemelas, hagas lo que hagas los caminos se acaban cruzando. Me ha gustado la historia, Olas, mucho. Hay mucho que sacar. la amistad y los valores por encima de todo.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Nunca es tarde si la dicha es buena, como dice la sabiduría popular. Cuántas relaciones habrá destruido esta sociedad que etiqueta y juzga. Aunque al final, en la vejez, a uno se la suda más todo.
ResponderEliminarQué bueno reconocer a través de un buen cuento que la amistad, cuando es real, es duradera, y a pesar de las vicisitudes y avatares que llegan a separar, esta vuelve a abrir las puertas, para que la amistad vuelva y sea. Ejemplar relato. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarnice ending story about friendship....
ResponderEliminarthank you for sharing
Hay amistades que duran toda la vida. Genial relato. Te mando un beso.
ResponderEliminarUn final tierno y precioso, el destino o el universo quiso que volvieran a estar juntos. A través de los 3 personajes has descrito perfectamente las distintas tipologías humanas, que a pesar de sus diferencias, son felices al elacionarse y convivir. De eso trata la vida, de saber convivir para ser feliz. Excelente relato, Ana!
ResponderEliminarLas amistades verdaderas siempre encuentran el camino de estar juntas. Muy lindo cuento, enhorabuena...
ResponderEliminarBoa tarde. Gostei muito do seu texto. Obrigado pela visita e carinho. Bom mês de abril.
ResponderEliminarBeautiful blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarPor eso se dicen que se cuentan con los dedos de una mano, porque son pocas, pero extraordinarias. Qué bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola!
ResponderEliminarMe ha gustado lo que dices en tu relato sobre la amistad. Hay personas que tienen la bendición de encontrar en el camino de su vida muchos amigos; algunos, más preciados que otros. ¡Muy bien planteado tu relato, me encanto!
Saludos