Bajo las sábanas
Levantarse todas las mañanas, le estaba causando dolores desde la nuca hasta las caderas, algunos días las piernas no le respondían, de tanto encogerlas se le entumecían.
Estaba cansado y ya era
hora de hablar con su pareja, acabar de una vez por todas con una situación,
que ya llevaba demasiado tiempo evitando.
—Cada mañana me levanto
peor, tenemos que hablar y solucionar este tema —le hablaba en tono seco
mientras se dirigía al baño, esperaba que el agua caliente de la ducha le
relajase aquel cuerpo joven, maltratado por un sofá demasiado incómodo y
pequeño.
Ella continuaba con el
desayuno sin decir nada, sabía que ese día llegaría, que tendría que tomar una
decisión, o su marido ya no aguantaría más.
Llevaban seis meses en
aquel pequeño apartamento para el que se habían empeñado por muchos años, sin
embargo, estaban felices de tener algo suyo, una estancia que podían ir
arreglando poco a poco, decorando y pintando sin prisas.
El salón se había
convertido en el cuarto para todo, allí se acumulaban las cajas de la mudanza,
los percheros cargados de ropa, los zapatos, algunos regalos de boda que
todavía estaban sin abrir.
—Me voy a trabajar, y
esta noche me voy a la habitación de matrimonio, no puedo continuar en este
sofá o acabaré tullido para toda la vida. Necesito estar contigo en esa cama
tan hermosa que hemos comprado. Por lo tanto, soluciónalo como veas, pero ya no
espero más —las palabras salieron de su boca todas seguidas, sin darle tiempo a
ella a decir nada, ya que él había cerrado la puerta tras de sí, sin siquiera
desayunar.
Entró en la habitación de
matrimonio y los ojos se le encendieron de lo bonita que era, quedaban algunos
detalles, como poner las cortinas, hacer la cama, colocar la alfombras y llenar
los armarios.
En el fondo sabía que su
marido tenía toda la razón, necesitaban estrenar aquella hermosa habitación,
estar juntos en aquella enorme cama, bajo unas sábanas que ellos estrenarían
con su amor.
Amor, que todavía no
habían consumado en la estancia de color verde limón, con una cama de un metro
cincuenta, seguro que harían maravillas, disfrutando de un aroma a lavanda, a
nuevo y a limpio.
Esa noche le daría la
sorpresa, ya bastante había aguantado el pobre, soportar su indecisión, varios
meses acurrucado en un sofá en el que no cabía. Dispuso de todo ese día, para
acondicionar la casa, hacerle una buena cena, poner velas e invitarle a pasar a
la espléndida habitación de matrimonio.
—¡Cariño!, necesito que
esta sea nuestra noche, perdona por haber tardado tanto, ¡Ven!
Con la tenue luz de las
velas aquella cama le pareció el paraíso, le gustaba aquel aroma y por un
momento creyó que lloraría de felicidad, miró a su mujer y la besó
apasionadamente.
—¡Tranquilo!, que la
sorpresa no acaba aquí, vete preparando, voy al baño, solo serán cinco minutos.
Mientras se acicalaba
pensaba en aquellos últimos seis meses durmiendo los dos en el sofá, porque a
ella se la había antojado no usar la habitación hasta que estuviese totalmente
terminada.
Se puso un camisón
transparente, se soltó el pelo, aplicó un poco de perfume en su cuello, se miró
al espejo dándose el visto bueno. Estaba segura de que, junto con la ilusión de
dormir en una cama y el verla a ella tan sensual, se le olvidarían aquellos
últimos meses.
—¡No puede ser!, te odio, es más importante dormir, pues duerme.
Y tenía que ser ☺️. Mar, has logrado eso de tenernos en ascuas durante tus relatos que son estupendos, cada vez mejores. Y lo que me falta por leer del principio! Eres tremenda amiga... Sí, tremenda amiga y tremenda escritora. Un abrazo con mucho cariño. Ahora paso al voto🌷🌷🌷
ResponderEliminarUn relato poético, tierno y lleno de sensualidad con un final ¡demasiado real!
ResponderEliminar😅😂😂
Fantástico, me encantó. 🥰🥰🥰
Un abrazo
Me has tenido en vilo todo el relato. Je je !! Muy buen relato. Saludos desde Barcelona!! Sigue así.
ResponderEliminarcierre de sorpresa. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarNo se pueden realizar movimientos pélvicos en condiciones si primero no se descansa bien.
ResponderEliminarUy pobre estaba tan cansado. Genial relato. Te mando un beso.
ResponderEliminarPedazo de final! Me ha encantado, gracias por el relato. Besos
ResponderEliminarUn final muy bueno, me encantó leerte. Saludos
ResponderEliminarGracias por este relato tan apasionante. Me encanta la gente que escribe tan bien y que cautiva con sus textos. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarHOLA HOLAAA!!
ResponderEliminarsimplemente maravilloso!
Un besote desde el rincón de mis lecturas💞
Un final adecuado ❤
ResponderEliminarYo estoy seis meses durmiendo en un sofá y también caigo rendida a los pies a Morfeo en el momento que pille una buena cama jajajajajaa Me ha encantado el final ^^
ResponderEliminarjajajjajajjajaj, bueno un final inesperado y con algo de humor negro
ResponderEliminarPaz
Isaac
Es que no siempre se puede estar a la altura de la situación...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Muy bueno tu relato, pobre hombre tan cansado que sólo quería dormir, me ha gustado tu relato y me resultó divertido el final, pues demasiado vueltera ella, un abrazo Patricia F.
ResponderEliminarNo pude parar de reir al final, es como un "siempre que ser así"... lo ¡peor! que me proyecte porque algo muy similar paso y no fue por mudanza, sino que fui yo la que se quedó dormida pues habíamos trabajado tanto las últimas semanas que cuando porfin tuvimos un espacio para relajarnos y estar juntos ¡me quede dormida! jajajaja me encantan tus relatos.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMadre mía, me tienen 6 meses durmiendo en el sofá por los motivos de no querer "estrenar" la habitación hasta que estuviese totalmente acabada, y la lío de lo lindo.
Vamos, que ese señor es todo un santo ¡eh!
Dicen que lo bueno se hace esperar, sí, pero tampoco es cuestión de abusar Jejeje.
Por cierto, normal que el hombre al final cayese rendido. Tantos meses durmiendo incómodamente, que su cuerpo al notar la comodidad de la cama, se dejó llevar. Aunque pobre ella, si le hacía ilusión.
En fin, me a gustado como siempre, pasarme por aquí a leerte.
Que oye, admito que creía que los tiros iban para otro lado.
Besotes