Hijos de Gea
Gaia mantenía amigos desde la infancia, personas que la conocían desde niña, se querían como hermanos, eran inseparables, cómplices, incondicionales.
Siempre creyó que la vida
era lo más fácil de llevar, mejor o peor, si estabas vivo existía siempre una
solución para todo. La muerte no te daba esa opción, por lo que decidía día a
día sin planes futuros, y así eran ellos, decididos a vivir la vida momento por
momento, y en eso estaban de acuerdo y así lo habían hecho a lo largo de los
años.
Ninguno de ellos creía en
el matrimonio, si en la pareja, en esa vivencia a la que no ponían límite, que
llegase a donde llegase sin más complicaciones que una separación amistosa.
Creían ciegamente que la verdad movía montañas, que allá donde fuesen juntos o
separados no era necesaria la mentira, pues estaban seguros de que era mucho
más dolorosa que la simple verdad.
Luchaban por los
paraísos, por el aire limpio, por la naturaleza, por todo ser vivo, que tenían
tanto derecho como ellos a vivir en esta tierra. Unas personas que no querían
nada más que lo que podían conseguir para vivir decentemente, para la lucha de
aquellas causas que se esforzaban por conseguir un mundo saludable.
Amigos comprometidos con
la tierra, exentos de esa necesidad apremiante de sobresalir a costa de algo o
de alguien. Compañeros de un viaje que tendría un final en algún momento,
aferrados a la amistad y al compromiso de crear personas sin complejos, sin
envidias, sin mentiras, siendo tal y como eran. Pues así habían nacido y así
crecían enseñados por aquellos que fueran los hijos del amor y de la paz.
Una comuna que vivía de
lo que plantaban, nunca sacrificaban un animal para alimentarse, si
aprovechaban todo lo que cualquier ser vivo les podía dar como leche, huevos,
miel, lana y de esa forma los hijos de la tierra crecieron y salieron al mundo.
Unos los consideraban una
secta, otros infelices educados por aquellos que consideraban que eran los
destructores de la vida, gente promiscua y sin valores que un día decidieron
vivir amontonados.
A los hijos de la tierra no les importaban lo que otros pensasen, ellos eran libres de mente y cuerpo. Jamás pensaban en la violencia, en el rencor o en el mal. Simplemente vivían para ser felices y hacer felices a los que estaban a su lado.
Así querían educar a la
siguiente generación y a la siguiente y a todas las que viniesen detrás, hasta
conseguir que la libertad fuese simplemente el derecho a vivir feliz.
Gaia creía en su forma de vida, se sentía orgullosa de ser una hija de la tierra.
Adoro la figura de Gaia, un texto precioso ♥
ResponderEliminarLas utopías, y esta que es la utopía por excelencia, son muy bellas como teoría ¡pero cuánto cuestan en la práctica! Lo que tú afirmas lo trataron de hacer ciertos grupos de judíos en las granjas colectivas israelíes, eran unos pocos pero lo intentaron... No lo lograron. Otros que también lo iniciaron fueron ciertas comunas hippies en la década de los 60 en Estados Unidos... Tampoco lo lograron.
ResponderEliminarLos poderes fácticos jamás permitirán tan deseada utopía.
ResponderEliminarDa ilusión pensar en un mundo así. Y de ilusión también se vive. Muy bonito, Mar! Un abrazo🌹
ResponderEliminarSi todo pudiese ser así... Siempre se han creado comunas basadas en esa forma de vida e incluso cuando las crisis económicas, gente de todas las edades comenzaba otra forma de vida con la naturaleza lejos de la rigidez social.
ResponderEliminarSiempre han sido discriminadas, criminalizadas, despreciadas. Cada sociedad tiene normas estrictas y si se sale de ellas, ya sabemos....
Has hecho un relato hermoso de esos grupos que se arriesgan a "salir".
Yo creo que no tienen nada de utópicos.
Sem dúvidas, eram pessoas promíscuas e sem valores que um dia decidiram viver em multidões e destruirem vidas.
ResponderEliminarBeijos
Bella historia siempre me han gustado Gaia, Te mando un beso
ResponderEliminarUn relato que he disfrutado de principio a fin.
ResponderEliminarSuper detalladas las escenas, lo que hace que te transportes totalmente al lugar donde están los personajes en ese mundo de la posibilidad ... de la imposibilidad.
Saludo
Me fascinas vos y tu blog
ResponderEliminarabrazos desde el silencio del mar en Miami
Un relato de lo más bonito. Gracias por la historia.
ResponderEliminarSaludos :)
¡Qué bonito! Me ha encantado Gaia. La verdad es que es idílico pero me encantaría vivir en un mundo sino igual bastante parecido a él. Sobretodo lejos de la maldad y las envidias.
ResponderEliminarBesotes
Bonitos valores los que quieres transmitir en esta historia. Se podría traducir como un mundo ideal, de convivencia en armonía unos con otros y con la naturaleza...que está lejos de lo que hoy en día "construye" nuestra sociedad,bss!
ResponderEliminarSe ve un mundo ideal en este escrito, quizás en algún momento cambien las reglas a las que estamos acostumbrados, pero pienso que incluso en sociedades perfectas surgen problemas e inconvenientes porque es parte de la vida.
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