Gotas vividas
El manantial
Caminaba pensativa dejando que su mente volase libre por el estrecho sendero cobijado por los grandes árboles que se mecían a su paso al tiempo que empujaban su menudo cuerpo mientras la protegían del abrasador sol.
Sus pasos cortos se
afianzaban a lo agreste del camino, las manos entrelazadas a su espalda y la
cabeza alta con los ojos abiertos para no perder el final de aquella vereda que
la llevaría al manantial. Un lugar en el que descubrió que era igual que su existencia,
estaba formado por gotas que brotaban una tras otra hasta formar un gran
caudal. La vida también era así se formaba mediante pequeñas gotas de momentos
inolvidables.
Una hermosa familia, unos
hijos que la adoraban, sin embargo, necesitaba ese espacio, esa libertad, esa
soledad que la hacía recordar. Al principio de sus escapadas sentía que
traicionaba a los que la querían, ella los amaba con locura a cada uno de
ellos, se sentía culpable por no hacerlos partícipe de ese distanciamiento, de
esos momentos aislada.
Sesenta años dedicándose
a lo más hermoso de su vida, sin faltarle nunca nada, dando y recibiendo,
amando y siendo amada, siempre fiel a su hogar a su familia, al tiempo que
todos le eran fiel a ella.
Nunca pensó en la
existencia de ese tipo de soledad, pues no había sentido esa necesidad de estar
a solas con su cuerpo y su alma. En un momento difícil descubrió una nueva
sensación que le aportaba bienestar. Unas horas a solas con su mente, sin
ruido, sin abrazos, mirando el agua que brotaba y bajaba por las rocas para
mezclarse con el río y perderse en la inmensidad fundiéndose gota a gota para
viajar hasta la magnitud del océano.
Una vida compartida tanto
en sus pensamientos, su amor, su felicidad. Ahora él ya no estaba, una parte de
su corazón estaba roto, dolorido y junto al manantial sentía que poco a poco
ese vacío se iba llenando con recuerdos felices de una buena vida, casi podía
escuchar su risa, sus palabras de amor, sentir sus caricias. Aquel era su
momento, la hora del recuerdo, la hora de dar gracias por el tiempo pasado, por
haberle conocido, unos minutos de agradecimiento al sol, al aire, al agua
porque siempre habían estado presentes en su vida.
No quería llorar, ni
estar triste, la vida simplemente era así, y ella había tenido suerte, muchos
años de felicidad plena siempre eran de agradecer, a pesar de no tenerlo a su
lado le quedaba su recuerdo, sus vivencias, el amor que hizo vibrar su corazón.
Magnífico relato 👏 👍
ResponderEliminarMagnífico relato 👏 👍
ResponderEliminarMe llegó! Qué bonito, esto es aceptar la vida tal cual es. Quienes intentamos entender la vida, sabemos que la felicidad tiene un precio. Risas y lágrimas, agradecer y continuar el camino. Es la vida! Gracias Mar, lindo. Abrazos! 💕🌹💕
ResponderEliminarLindo relato la felicidad son momentos. Te mando un beso
ResponderEliminarHola!!! Wow me encanto todos los sentimientos que transmites y los paisajes de los que hablas !!! Espero seguir leyendo más de ti !!!
ResponderEliminarNos leemos!!
Nev💞
Uno, al final , se muere, pero tenemos toda una vida de ventaja. De nosotros depende cómo vivirla
ResponderEliminarUma vida compartilhada tanto em pensamentos, com amor e felicidade.
ResponderEliminarTer gratidão ao sol, ao ar, e a água que são fontes de vidas presentes em suas vidas.
Tenha boa noite e feliz sexta-feira!
Abraço.
La vida es como en su cuento: pendular Se mueve entre la felicidad, y los fracasos, que son los que nos enseñan a vivir. Un abrazo. Y agradezco su paso por mi blog, La joroba del camello. Cuelgo aquí, mi hamaca. Carlos
ResponderEliminarGreat post
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ResponderEliminar¡Hola!
El texto es muy bueno, la verdad que sí. Me encantó la forma en que transmites las emociones de lo que el personaje está experimentando.
¡Saludo!
Para muchos la soledad es sinónimo de miedo o temor, pero una vez que se la llega a conocer nos damos cuenta que no tiene nada que ver con eso.
ResponderEliminarSaludos,
J.
¡Hola!
ResponderEliminarCreo que todos necesitamos nuestro espacio, ese tiempo de soledad para estar con nosotros mismos, sea la situación que sea la que estemos viviendo.
Y muchas veces más aun cuando perdemos a ese alguien amado.
Pero como bien dices, siempre la vida sigue, y aunque soy de las que cree que es bueno derrumbarse a veces, debemos continuar, y alegrarnos de poder recordar a ese ser y todo lo vivido con él.
Besotes
No hay que pedir perdón por necesitar nuestro tiempo y nuestro espacio. Es más, yo diría que es necesario para re-conectar de vez en cuando y poner en orden nuestros sentimientos, incluidos los que van hacia quienes nos dejaron,bss!
ResponderEliminarHola, Qué bonito. Pero el final ya me ha encantado al 100%. ¡Qué gran verdad! Esos momentos de soledad a veces son los que nos dan vida... muy necesarios.
ResponderEliminarBesotes
Cuanta verdad en este relato, a veces necesitamos de la soledad para sentirnos mejor, para recargarnos, o simplemente para recordar los buenos tiempos.
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