El camisón
En una pequeña casa de
una remota aldea, seis niños vivían junto a su abuela, los padres habían
emigrado para buscar una vida mejor y poder sacar adelante a todos sus hijos.
La casa solo disponía de tres estancias, la cocina, una habitación para las
tres chicas y la abuela y otra habitación para los tres chicos.
La niña más pequeña
enfermó y a pesar de las visitas a varios médicos ninguno podía asegurar que
enfermedad la estaba matando. Se pasaba las horas acostada, sudando y
delirando. Entre sus hermanos y la abuela cuidaban de ella día y noche.
Con una sábana la abuela
confeccionó un camisón, bordando el cuello, el bajo y las mangas con flores de
distintos colores, la prenda llamaba la atención a todos los que venían a ver a
la joven, siempre hacían alguna referencia a lo original y lo bien
confeccionado que estaba.
Con dieciséis años se
quedó dormida para siempre, con gran dolor para aquellos padres que estaban tan
lejos, para sus hermanos y sobre todo para la abuela que adoraba a cada uno de
sus nietos.
La mayor de las hermanas heredó
aquel hermoso camisón, tras varias semanas sin atreverse a ponerlo, una noche
se miró al espejo confirmando lo hermoso que era y se convenció de que seguro
que a su fallecida hermana no le importaría.
La noche transcurrió como
cualquier otra, hasta que un tirón en el camisón hizo que se despertase. Notaba
la respiración agitada y un viento frío recorrió su cara sin que ni un mechón
de su pelo se moviese, cubrió la cabeza intentando volver a dormir.
No hizo más que cerrar
los ojos y de nuevo sintió aquel tirón, estaba vez mucho más fuerte que le hizo percibir que no estaban solas en aquella habitación, no quería
despertar a nadie a pesar de sentir que el frío era cada vez más helado.
Se levantó despacio, intentando no hacer ruido, abrió y cerró la puerta de la habitación con mucho cuidado, a oscuras caminó hacia la cocina intentando no tropezarse para no alertar a los demás.
Cuando estaba llevando su mano al interruptor de la luz, observó una sombra delante de ella que la dejó paralizada, aterrada y más cuando descubrió quien era, mientras se desvanecía en el suelo de la cocina pudo escuchar:
que relato!!!!!
ResponderEliminarExcelente tinta en las olas.. Realmente siempre abordas tematicas distintas y esta vez, creo que me quedé como la muchacha..muy sorprendida!!! Parece que el camisón si que era importante! (y valioso).. un abrazo!Muy muy bueno!
Uy genial relato me gusto el final. Te mando un beso
ResponderEliminarMe encantó. Todo esto de lo paranormal y de espíritus me fascina. Super relato querida Mar, abrazos y besos☺️☺️☺️
ResponderEliminarDespués de aquello supongo que durmió en pijama.
ResponderEliminar¡Escalofriante texto!
ResponderEliminarCreo que la difunta preferiría que lo guardase en su memoria, usandolo usándolo desaparecerá
su recuerdo. Me gustó mucho, muy original.
Saludo
Muy buena.
ResponderEliminarSorprendente y espectacular relato. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminaruy bien hilado, y con un buen cierre para un cuento de suspenso. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarOstras, piel de gallina ¡eh!
Entiendo que la hermana fallecida reclamase su camisón, porque quizás me equivoque, ¿pero ella sabía que estaba muerta? Es que después de leer muchos de tus relatos me ha surgido esa duda, no sé.
Por otro lado, el hecho de ponerse el camisón, lo digo porque yo lo hice con el de mi abuela después de habernos dejado, es también como querer sentir que esa persona sigue ahí, en ti de un modo u otro, aunque no sé si eran las intenciones de la chica.
Como siempre, una gozada leerte.
Besotes
Curioso que hace unos días me dijeran que la gente ya no lee. Mira por donde te leo y tu forma de escribir me invita a seguir hasta el final. Las personas si leemos e imaginamos y damos vida a cada palabra. Fíjate el juego que da un camisón.
ResponderEliminarEstá claro que a algunos hermanos nos les gusta compartir, bajo ninguna circunstancia. Una pena que no pudiera seguir usándolo, sin duda todo el amor de su abuela estaba volcado en los detalles,bss!
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