Un bicho en la oficina
Durante años el
compañerismo formaba parte de un trabajo bien realizado, algunos amigos, otros
simplemente compañeros, si bien todos respetándose unos a otros, colaborando y
luchando por los proyectos encomendados.
Todo iba bien hasta que
llegó el bicho a la oficina, una nueva jefa que parecía sacada de otra
dimensión, una persona que lo removió todo hasta conseguir deshacer aquel grupo
de trabajadores que hasta el momento creían que la oficina era un lugar
tranquilo, donde se iba a trabajar, a reírse cuando tocaba, a conversar en la
hora del café con alguno que en ese momento también había decidido parar cinco
minutos.
El bicho se instaló y
comenzó a mirar con los ojos entrecerrados de uno en uno observando a quien
podía abducir y llevarlo a su terreno para crear una secta que la beneficiase,
algunos como los conocidos “lameculos” le hicieron la pelota consiguiendo así
ser varios los que destruían todo lo construido.
Los que no se dejaron
abducir fueron perseguidos hasta lograr mermar su autoestima minando poco a
poco la voluntad como trabajador, creando un ambiente de discordia que solo
lograba que el trabajo no se realizase correctamente recayendo siempre las
culpas en los olvidados.
Sentada en su coche
delante de la oficina intentaba buscar las fuerzas para entrar, sabía muy bien
como iría el día, miraba la puerta y sentía que todo se le caía encima, que
aquel bicho tenía que desaparecer, y tendría que hacer algo para evitar que
acabase con su alma, con su ser, con su mente.
Salió del coche dispuesta
a todo, caería sobre el bicho y lo aplastaría sin sentir pena. Abrió la puerta,
subió las escaleras, la vio tras su mesa con el teléfono en la mano, los ojos
entrecerrados mientras miraba al personal que ni se atrevía a levantar la vista
de su escritorio.
Entró en el despacho sin
llamar, le arrebató el teléfono bruscamente, el resto de trabajadores se
quedaron atónitos sin saber cómo actuar o que hacer. Le plantó cara, diciéndole
cuatro verdades, todo lo que había hecho con aquella gente que lo único que
deseaba era trabajar en paz, todo el trabajo perdido por su afán de poder y
dominación, todas las malas palabras dirigidas a personas que toda su vida
habían respetado a su compañero, habló hasta desahogarse, sin gritar, sin
apartar los ojos del bicho que por primera vez dejaron de estar entrecerrados.
Sabía que estaría
despedida, pero lo que sentía en ese momento no se pagaba con nada, notar ese
alivio la curaba de toda aquella maldad que fluía por cada poro de piel de
aquel bicho que para lo único que existía era para aplastar y deshumanizar a
personas trabajadoras.
Salió del despacho con la
cabeza alta, mientras el bicho gritaba que recogiese sus cosas y no volviese más,
veinticinco personas comenzaron a recoger sus pertenencias, y uno detrás de
otro abandonaron la oficina.
Tal como vino el bicho también se fue, poco a poco la normalidad volvía a reinar y todos con sus virtudes y defectos fueron de nuevo compañeros, descubrieron que unidos eran fuertes y que no dejarían que nadie les quitase la armonía, el sosiego, la tranquilidad y mucho menos la humanidad.
vaya si hay bichos de ese tipo, lo que no abunda es gente que le plante cara, felicidades por el relato María
ResponderEliminarAyyy sí que en los ambientes laborales se llegan a dar situaciones que llegan a ser tremendas y desgastantes. Ojalá se dieran más situaciones de poner fin a los bichos, como en este relato. Siempre lindo, Mar🌹
ResponderEliminarEn principio, nadie es valiente y cada cual se ocupa de sus propios problemas, por eso, la más de las veces, esos hijos de puta suelen salirse con la suya.
ResponderEliminar¡Una historia de coraje! Me gustó mucho. Besos
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarPor desgracia hay muchos bichos así en todos los trabajos. llegan dispuestos a destrozar el buen ambiente que pueda haber, lo que pasa es que muchas veces no se les planta cara y terminan cargandoselo todo.
El final de tu historia es muchísimo mejor y más feliz de lo que suele ocurrir en el día a día.
Besos!!
Como me suena, no he conocido bichos ni nada, que solo buscan desgastarte, bajarte la autoestima, destruireso hace falta, plantarles cara. Buen relato, me encanta, una historia con valor y coraje.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que leyendo un relato como este, me doy cuenta de lo afortunada que soy en ese sentido, aunque ojo, eso no significa que no tenga movidas, que las tengo, porque soy de las que no se calla las cosas por muy jefe que sea.
Creo que es vital que dentro de una empresa haya una jerarquía de cargos sí, más que nada para tener un control, pero tener "el poder" no te da la potestad de tratar a los demás de malas maneras.
Me ha gustado que la protagonista le plantase cara, es lo que todos deberíamos hacer.
Besotes
Po4 desgracia es más habitual de lo que pensamos este tipo de bichos. Con lo bien que se trabaja en un entorno de trabajo agradable.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato. Por desgracia es una realidad pasada y actual en casi todos los entornos de trabajo. Yo he conocido a varios, gracias a que tengo paciencia de santo, nunca han podido conmigo y ahora, con el teletrabajo, no tengo que mirarle la cara a nadie.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarPor desgracia todos hemos sufrido en algún momento de nuestra vida laboral por un mal compañero o bicho. He visto departamentos desintegrarse por seguirle el rollo a alguien que solo buscaba su propio beneficio. Sin ninguna duda las relaciones personales y laborales son complejas y muchas veces dan ganas de decirle cuatro cosas al más pintado. Un abrazo.
Siempre se dice que la unión hace la fuerza. En esta ocasión está demostrado. Lástima que en la vida real no ocurra con frecuencia. Me he encontrado más de un bicho de los que describes, y no sólo en la piel de jefes, sino de compañeros que se creen que van a heredar la empresa.
ResponderEliminarUff siempre hay un bicho en cada empresa ehhh. Me encanta la idea de un equipo unido siempre tendrá más fuerza que una persona malintencionada. Un ejemplo con una gran moraleja.
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ResponderEliminarHe conocido muchos bichos en el mundo laboral que se han echo fuertes ante la pasividad de los subordinados y esta historia me 3cnanta por el giro y ver que aún existe compañerismo para hacer frente a las desigualdades.
Un relato muy acertado
Uffff si las oficinas hablarán jajaja las cosas que contarían, yo creo que tanto tiempo genera diversas situaciones, aunque eso no es excusa para tratar mal a los demás, uno tiene que saber tratar a los demás como quieren ser tratados, muy buena historia.
ResponderEliminarSí, por desgracia hay muchas personas de este tipo, malas que o bailas cuando ellos te dicen o te quieren destruir... me ha gustado que al final ha sabido plantarse y decir sus cuatro verdades y que después otros compañeros la siguieses dando su apoyo con esa acción.
ResponderEliminarUn buen relato :D
En esta ocasión me ha sorprendido tu relato porque con el omnipresente coronavirus, ahora se asocia el bicho a eso, y el término "ser un mal bicho" está quedando en el olvido. Es muy complicado armarse de valor y decir lo que piensas, sobre todo porque en la vida real es muy probable que el resultado sea un despido...bss!
ResponderEliminarhola puedo hacerte tu iniciactiva me puedes seguir mi blog https://sweetdreamsbyrocio.blogspot.com
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