No abras la puerta
Se acercaba la noche, la
calle estaba sin luz debido al gran temporal que descargaba viento y lluvia, los
árboles se doblegaban y el agua arrastraba todo lo que encontraba a su paso. En
el interior varias velas colocadas en puntos estratégicos, para poder tener un
poco de luz mientras preparaba la cena.
—¿Hijo, puedes abrir la
puerta?, están llamando —unos minutos de silencio y alguien seguía golpeando
cada vez con más fuerza —¿Hijo?, ¿abre la puerta, por favor?
—Nooooo. No pienso
abrirla. Ni quiero que tú la abras
—Pero ¿Qué te pasa?, abre
la puerta.
—Que no la voy a abrir,
si la abro algo malo pasará y no quiero.
—Pero cariño, ¿Qué es lo
que va a pasar?, ¿de qué tienes miedo?
—Esta noche soñé esto
mismo que está pasando ahora, me obligabas a abrir la puerta, y yo la abría y
lo que me encontré daba mucho miedo. No me obligues a abrirla, ¿por favor?
—Escúchame, no pasa nada,
solo fue un sueño, ven conmigo, los dos abriremos la puerta.
—¡No, mamá, no por favor,
por favor! No vayas a la puerta.
—A ver, acaba de contarme
el sueño.
—No sé si quiero, me da
mucho miedo.
—Vamos vida, no tengas
miedo, ya verás como cuando me lo cuentes le buscaremos una solución, porque los
sueños son así, dan miedo hasta que lo cuentas y ves que nada de eso es la
realidad. Venga, cuenta. —ya no se escuchaba la puerta, se sentó con su hijo en
el sofá, lo abrazó intentando calmarlo, realmente nunca lo había visto tan
asustado.
—Estábamos sin luz como
ahora, al mirar por la ventana no se veía nada, tú me llamabas para abrir la
puerta pues alguien llamaba muy fuerte, cuando abrí la puerta el otro lado no
existía, solo había vacío y nuestra casa era como si flotase, todo era negro,
sin viento, sin estrellas, sin nubes. Unos monstruos muy grandes y terribles
nos cogían y se alimentaban de nosotros, nunca más volvimos mamá, nos quedamos
allí hasta que nuestros cuerpos no tuvieron nada más que ofrecerles.
—¡Dios mío cariño!, ¡que
sueños tienes!, pero ¿te das cuenta de que nuestra casa no está flotando, que
fuera se escucha el viento y la lluvia?
—¿Tú escuchas todo eso
mamá? —miró a su hijo y se quedaron en silencio unos minutos, realmente no
escuchaba nada, pero no lo quiso alarmar.
—Sí, sí que escuchó, ¿acaso
tú no?
—Yo no escucho nada, ¿A
dónde vas?
—Voy a abrir la puerta,
voy a demostrarte que solo fue una terrible pesadilla, ¿quieres venir conmigo?
—No, no quiero, tampoco
quiero que vayas tú. ¡No abras la puerta, por favor!
Realmente su hijo la
había asustado, aquel sueño fuera terrorífico para él y ahora no escuchaba
nada, ¿Por qué aquel silencio de repente? Se quedó parada decidiendo si abrir o
no al tiempo que acercaba su mano al tirador, ¿Qué le pasaba?, ¿se había creído
algo del sueño?, No podía creer que las pesadillas de un niño de nueve años la
hiciesen dudar y temer lo peor.
Tiró de la puerta y una gran ráfaga de aire le golpeo en toda la cara, seguía lloviendo a mares y el viento había tirado varios árboles.
Lindo. El poder de la mente.
ResponderEliminarEl misterio implícito me obliga a una re lectura para comprender.
Abrazo Mar!
Cuando la naturaleza golpea, golpea de verdad.
ResponderEliminarNaturaleza y Pensamiento, un poder de miedo y transformación.
ResponderEliminarSomos así, es mucho más sencillo transmitir un sentimiento negativo que uno positivo, por muy irracional que parezca, como es la pesadilla de este niño con el vacío y los monstruos,bss!
ResponderEliminarAy... el poder de la sugestión... no hay nada peor -o mejor, según se mire- para dejarse llevar por el miedo. Me hace recordar aquellos cuentos en la hoguera , con historias de terror que cobraban vida. A ver cuándo te animas a los micros. Ya hay unos cuantos en marcha para este mes. Me encantaría ver qué se te ocurre, con la enorme imaginación que tienes.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, me ha encantado el relato. Transmitir lo negativo es muy fácil, lo bueno o alegre nos cuesta mucho, es típico del ser humano, que tiene una tendencia a refunfuñar por todo, la verdad.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNi que lo digas, la mente puede ser nuestra mejor arma, pero en ciertas ocasiones, jugarnos más de una mala pasada, y hacer que el miedo se apodere de nosotros.
La verdad, es que entiendo en parte al niño, porque no sé a los demás, pero muchas veces me levanto pensando si lo que he soñado realmente solo se quedaría en los sueños...
Como siempre, una gozada leerte.
Besotes
Hola
ResponderEliminarLa mente y sobretodo ligada al miedo puede jugar muy malas pasadas. Yo estaba realmente inquieta lo confieso, ya estaba esperando que algo malo ocurriera.
Besotes
Cuando hay mucho miedo la mente nos puede jugar una mala jugadas. El texto a la verdad me puso un poco nervisosa.
ResponderEliminarHola, me encantó leerte como siempre, siempre aporta gran productividad de mi lectura, y la verdad que las pesadillas son algo que quizá no podemos controlar, las tenemos grandes como pequeños, y quizás sea algo que arrastremos de nuestros consciente
ResponderEliminarIncreíble el relato que nos has contado, me gusta el hecho de también transmite ese miedo que tenia el niño a la hora de contar el sueño y lo que estaba sucediendo en el plano real. Puede ser que el subconsciente nos juegue una mala pasada. Genial el post. Un beso muy grande.
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