La chaqueta de pana
Abrir la puerta del
armario y verla allí colgada le producía una sensación que no podía describir,
era una prenda que destacaba, la única que nunca utilizaba, solo mirarla le
hacía recordar su nuevo comienzo, su nueva historia. Por unos minutos la observaba
y tocaba la tela como si quisiese agradecerle el momento vivido desde que había
llegado a su vida, ese instante afloraba y su corazón se comprimía rememorando
el pasado.
La oscuridad era su
aliada, pasear en moto le producía una sensación de libertad cuando no había
nadie por la carretera. Volar libre era su mayor pasión, noches y noches
haciendo el mismo recorrido, acelerando cuando no existía peligro inminente,
dejando que el viento rozase su cuerpo, que el sonido de la noche solamente se
entorpeciese por el rugido del motor. Observar como los árboles abrían paso a
su entusiasmo, a su locura por dejarse llevar sin medir el tiempo.
Esa noche todo iba bien
hasta que un coche se incorpora sin pararse a mirar, notó como la rueda
delantera se incrustaba en la puerta trasera. Su cuerpo sin peso se despegaba
del asiento y volaba, aterrizaba en el frío asfalto, rebotando varios metros
notando cada golpe, hasta que todo se quedó en silencio. Allí tirado no notaba
ninguna parte de su esqueleto, de sus músculos, de su carne, no sentía dolor,
en su mente sabía que eso no era bueno.
Escuchó gente gritar, un
hombre corriendo hacia él, como pudo le pidió que no lo moviese. Aquel que había
producido el accidente estaba desesperado, intentando protegerlo del frío sacó
su chaqueta de pana para cubrirlo, a los pocos minutos comenzó a sentir su
cuerpo, a tener dolor, a notar la mano del desconocido sobre la suya.
Dos meses en el hospital,
dos operaciones en la pierna derecha, ahora le quedaba la rehabilitación, había
tenido suerte, demasiada. Cuando recogió sus cosas allí estaba la chaqueta de
pana, la que le había dado calor, dolor. La guardó para no olvidar lo ocurrido,
recordar que tenía una segunda oportunidad en la vida, poder volver a ser el
mismo.
Ay!
ResponderEliminarSiempre el no saber cómo termina tu relato, Mar, lo hace más grande.
Me encantan tus relatos, tus historias cada vez enganchan mas. Te felicito.
ResponderEliminarGran relato, me ha encantado siempre nos enganchas con tus palabras, soy de esas personas que guardan prendas, o cosas que me han acompañado en momentos trascendentales de mi vida. Quizás para recordarme que la vida es efímera o que los buenos momentos se escapan de las manos como la arena de la playa, me siento totalmente identificada con tu relato
ResponderEliminarFelicidades! Siempre me gusta la sensación que te deja un escrito de cómo seguirá o con ganas de leer más.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muy pero muy desconcertante tu relato comencé a leerlo y no se si es porque he leído muchas noticias espantosas pero creía que era lo que colgaba era un muerto jeje y después leer la sensación de libertad al ir en la moto me produjo alegría y paz también viera querido andar ahí. Pero luego con el accidente me recordó cuando caí y sentí lo mismo osea nada y no quería que tampoco nadie me moviera afortunadamente a mi no me paso mucho solo quedé sufriendo de la columna a diferencia de tu personaje. Y finalmente concuerdo contigo debemos estar agradecidos por las segundas oportunidades de vivir. Enhorabuena me ha encantado tu relato.
ResponderEliminarMe encanta como empiezas y como terminas, siempre sorprendes con algo inesperado que te engancha a tus letras. Un placer leerte siempre.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarUna segunda oportunidad y el recuerdo de un mal momento que se quedó en un gran susto. Da que pensar eso de que la vida cambie en un momento. Gran relato, como siempre.
Besos!!
Me encantan tus relatos, siempre consigues engancharme y sorprenderme. Me ha gustado mucho la idea de asociar la chaqueta de pana a la suerte de tener una segunda oportunidad después del accidente y poder volver a retomar su vida. Buen relato. Un beso.
ResponderEliminarMe encantan las pequeñas historias, donde generas mucha intriga y leer hasta el último renglón, o incluso lo relees. El apego a esa chaqueta fue parte importante y salvadora al final, pues yo creo que la energía de nuestras prendas es como una extensión de lo que somos... me gusta dar gracias a cada prenda que me encanta, porque conecta conmigo mi más alta frecuencia. Es como si mi Ángel guardián se impregnara en ella. En fin, muy linda historia. Un abrazo de luz para ti!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato. Breve pero muy intenso. Súper interesante, muchas gracias por compartirlo con nosotros, precioso.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMira que no soy mucho de la pana, (nota de humor), pero normal que la guardase para no olvidar lo vivido.
Cuando algo así te ocurre, sencillamente la vida , aunque no muchos lo crean, te cambia. Y aunque hay que seguir hacia delante, también es bueno no olvidar.
Besotes
Muchas veces asociamos recuerdos a objetos y es un hábito que no debe perderse, porque cuando se hace es que ese hecho nos marcó. Como en este caso la chaqueta que supuso una segunda oportunidad,bss!
ResponderEliminarQué bien describes la sensación de libertad y felicidad del motorista, nos haces viajar y sentir con él. Nos mantienes en vilo hasta el final, que ha sido un final feliz. Estupendo relato, Mar! Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarUn relato que no lo deja a uno indiferente... buena descripción del accidente y emotivo el hecho de que guarde la chaqueta como recuerdo. Saludos.
ResponderEliminarQué gusto me ha dado una relectura!
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