Creer que puede hablarnos
o simplemente desaparecer y dejarnos en blanco, es una sensación que si se
reflexiona fríamente puede provocar un estado de ansiedad o de angustia.
Así era la mente de
Marina, la primera vez que sufrió una crisis tenía dieciséis años, se quedó
vacía sin sentir ni padecer, y así estuvo durante ocho días. Lo que los médicos
denominaron como un estado de coma, sin poder averiguar cuáles habían sido los
motivos principales.
La segunda vez se
consideró la más terrible, al menos en la primera no sentía, ni podía actuar,
en esta tenía veintisiete años cuando unas voces comenzaron a hablarle bajito y
cada día iban subiendo el tono, hasta que pudo descifrar lo que decían, lo que
querían. Lo más terrible eran las noches, resultaban aterradoras y dolorosas de
tanto luchar contra aquello que le pedían, de querer negar la evidencia de que
estaban ahí y no se iban a ir.
Un día desaparecieron, en
las noticias relataban un caso espantoso, a doscientos metros de su casa habían
matado a un hombre que vivía solo, le robaran todo el dinero, las pocas joyas
heredadas y varios aparatos electrónicos. Sus ojos iban del televisor encendido
al apoyado contra la pared junto con equipo de música, sin embargo, estaba
feliz, las voces se habían callado.
La tercera crisis llegó
en unas vacaciones de verano con toda la familia, ese año la decisión era
pasarla todos juntos alquilando una casa en la costa. Doce personas de la
unidad familiar se reunieron con gran alegría de poder disfrutar unidos en una
zona cálida y tranquila.
Marina estaba tumbada en
el jardín, todos se habían echado la siesta y su mente empezaba a darle
problemas. Esta vez se imaginaba acciones espeluznantes, pensando en cómo aguar
las vacaciones a los suyos. Acostada en una toalla sobre la hierba, soñaba con
las caras de terror de aquellos que en ese momento no le importaban nada.
Como si de una sonámbula
se tratase caminó hasta el mar para darse un baño. Estuvo fuera al menos dos
horas, al regresar encontró un gran dispositivo de ambulancias, policías,
sanitarios y vecinos llorando aquella trágica desgracia, once personas habían
muerto por un escape de gas que desencadenó en un gran incendio.
Durante los años
siguientes su vida continuaba con normalidad, sin otros episodios u otras
crisis, ya no le quedaba familia, estaba sola, su mundo consistía en trabajar,
no tenía vida social, ni contacto con ningún otro vecino.
Cuando llegó la cuarta
crisis pasaba de los sesenta años, sin motivo aparente comenzó a recodar una
por una las tragedias ocasionadas, los remordimientos comenzaron a convertirse
en remolinos mentales que iban y venían, una tormenta de emociones, la culpa
hizo que reconociese que su mente era malvada.
A partir de ese día,
nadie la echó en falta, los años pasaron y por una casualidad encontraron un
cadáver descompuesto colgado de una viga del salón.
Ayyyyyy! Mar, qué bárbara! Vuelvo a destacar el "factor sorpresa". Empiezas a leer y no puedes parar. Muy buen relato. Un abrazo!
ResponderEliminarMarina tenía un superpoder. Podría haber engrosado las filas de Los Vengadores o de La Patrulla X y hubiera hecho el bien, pobrecilla.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMadre mía, un relato súper escalofriante, en serio.
Mira que estaba pensando que Marina tenía algo que ver con lo sucedido, al menos en las dos primeras crisis, pero lo he descartado cuando he empezado a leer lo de la reunión familiar y su tercera crisis, o no quería creerlo. Así que cuando después nos descubres que fue ella....¡Zasca!
La verdad es que nuestra mente es más poderosa de lo que creemos, y eso da un poco de iu iu.
Besotes
Que susto no sabía si era que sufría de acoso o realmente desvariava. Simplemente un relato sobrecogedor. De ahí que es imprescindible cuidar nuestra salud mental. Saludos
ResponderEliminarSon muchas las personas que tienen esas crisis, esas voces, pero no todas son malas. Por lo que he leído es como una doble personalidad que somete a la persona y parece que la otra parte no se entera...aunque aquí parece que sí y que le pasó factura,bss!
ResponderEliminar¡¡Holiii Mar!!
ResponderEliminarCada relato tuyo que leo ¡¡me gusta más que el anterior!! Este me ha encantado la historia de la chica que su mente va por libre, pero es una pena que haya ido matando para calmar "esas voces".
¡¡Bsssos!!
Hola guapa, madre mia que final te has marcado eh! me ha gustado el desarrollo sobretodo y como no, me he imaginado que pensaria yo en su lugar y que haria... complicado! pero es una historia muy interesante a la vez que terrorifica! besos
ResponderEliminarRelato de los más inquietante, que acaba siendo terrorífico. Todo un thriller de terror literario. Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Ay! Ahora sí te fuiste al "lado oscuro". Fuera de broma, muy buen relato, nos vas dosificando el terror de a poco y el final no decepciona. Son terribles las enfermedades mentales, más cuando no son diagnosticadas y tratadas. Buenísimo.
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