Hubo un tiempo

Cuando se llega a una edad el mirar atrás representa que ese tiempo es lejano, el poder hacer balance de toda una vida puede resultar satisfactorio o por el contrario doloroso según las épocas. Uno piensa que si pudiera retroceder no cometería esos mismos errores y otros con más suerte se sienten satisfechos de todo lo ocurrido, lo hecho y lo experimentado.

Volviendo a los primeros posiblemente si cambiarían o evitarían las situaciones que les producen dolor al recordarlas, pero también es cierto que la vida es así, con momentos alegres, otros felices, otros sin pena ni gloria, otros desastrosos y otros terribles como este 2020 que fue un año que nadie esperaba o se imaginaba, el tener que cambiar nuestras costumbres nos hizo caer en la tentación de pasar por alto todo lo que se nos vino encima. El cubrir nuestra sonrisa, nuestros gestos, apartarnos de los seres queridos, de los amigos, no poder consolar al enfermo ni acompañar a los que perdieron a alguien va en contra de nuestra naturaleza, de nuestra forma de ser, de vivir, de sentir, de pasar por la vida.

Este año que se acaba nos demostró su poder al cambiar todo un mundo, la facilidad con la que nos obligó a encerrarnos a no compartir, a no tocarnos, a no poder tomar esa caña, o ese vino con aquellos que llevabas años haciéndolo, nos forzó a otro tipo de comunicación, a otra forma de bailar, de reír, de hablar, de abrazar.

Quiero que termine este año y comience un 2021 con la esperanza de volver a ser nosotros mismos en cada rincón de nuestro querido mundo, el poder volver a sonreír, viajar, sentir sin miedo, ser libres.

Este es mi deseo para todos y cada uno de los habitantes de la tierra, suspiro por la normalidad; no me gusta la nueva normalidad; quiero que se quede en el 2020 y comencemos a llenar de alegría cada continente, país, ciudad, pueblo y aldea.

Feliz año nuevo, que sea próspero y normal.