Burro
Cinco años llevaba
cruzando el río en busca de víveres, grano, simiente para poder cultivar aquel
pedazo de terreno heredado que no quería abandonar. El extenso campo le
permitía producir para comer y ganar un poco de dinero, no necesitaba mucho más
le llegaba y le sobraba para sus necesidades.
Por esa campiña sus pies
corrieron hasta perder el aliento, sus manos jugaron con aquella tierra, sus
oídos escucharon el canto de los pájaros, nunca se había sentido solo hasta que
sus padres partieron al firmamento. Aquel mundo era todo lo que tenía, lo
quería, adoraba cada trozo de aquella extensión, la destartalada casa que poco
a poco iba remachando, el calor del hogar compartido y ahora en soledad.
Cinco años atrás decidió
comprar un burro para ayudarle a transportar lo que quería vender y lo que
deseaba comprar. Buscó por la feria hasta que lo encontró, no era muy grande,
pero era joven, con una mirada altiva, estaba seguro de que sería el ideal, le
duraría bastantes años y lo principal era que se veía fuerte para hacer cada
semana el transporte de su mercancía.
Le pareció caro aquel
burro que el vendedor le llamaba Jimeno, sin embargo, con solo mirarle no le
importó desembolsar casi todo el dinero que tenía en ese momento, juntos
llegaron a la propiedad, preparó un cobertizo para que su nuevo compañero
tuviese un techo en los días de invierno y una sombra en los días de más calor.
Jimeno observaba a su
dueño desde la distancia, lo analizaba, quería estar seguro de que aquel sería
un buen hogar y descubrir hasta qué punto podía interesarle seguir a su lado o
no. No iba a permitir ninguna falta de respeto, ni maltrato, para vivir con
aquel hombre necesitaba ser considerado y atendido como se merecía.
Durante meses hicieron
aquel recorrido, Jimeno cargado y Pedro más descansado tiraba de la cuerda que
sujetaba a su compañero. Al principio iba callado, de vez en cuando miraba al
burro como intentado descubrir que pensaba. El pasar de los meses le hizo
sentirse a gusto el uno con el otro, Pedro contaba sus pesares o sus sueños a
aquel que ahora compartía su vida. Ya no hacía falta la cuerda, Jimeno le
seguía allá donde iba, de vez en cuando movía la cabeza como queriendo asentir
si Pedro hacía alguna sugerencia o pregunta.
Fue tal el sentimiento
que Pedro adquirió por Jimeno que le dolía verlo tan cargado, y compartía
aquella carga con él, ambos cruzaban el río uno al lado del otro, como dos
iguales, cada uno con la carga que podía llevar, siempre juntos en busca de
alimento y semillas.
Jimeno había encontrado un
buen hogar, un gran hombre, una bella persona, le trataba bien, ambos trabajaban
al unísono disfrutando de la compañía día tras día.
Pedro ya no se sentía solo,
algunos no entendían aquel compañerismo, el aprecio que sentía por su burro que
más allá de un animal era un amigo fiel y buen compañero de trabajo.
Qué buen final.
ResponderEliminarQué qué qué bonito! Mar, cuántas historias, cuántos relatos.
ResponderEliminarAbrazos y gracias!
Me tomaré una birra a la salud de Pedro. Hacen falta más personas como Pedro
ResponderEliminarMe quede con ganas de mas... amo los animales y siempre he pensado que debemos tratarlos bien. Me alegra leer una historia donde jimeno encontró quien lo valora y ama.
ResponderEliminarBonito relato. Un burro también puede ser un gran amigo. Saludos. Feliz Navidad
ResponderEliminarHola preciosa, no hay nada más bonito que los animales y leer relatos en los que tienen finales que merecen la pena. Me ha encantado y la verdad que el burro puede ser un gran amigo y sobre todo que lo cuiden y valoren. Un saludo
ResponderEliminarMe declaro un amante de los burros son tan pero tan lindos.
ResponderEliminarTe mando un abrazo y feliz navidad.
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¡Hola!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato.
Como te he comentado anteriormente, o eso creo, soy vegetariana por principios, y claro está, animalista, por lo que creo firmemente que los animales se merecen el respeto que queremos para con nosotros mismos, y como no, el amor.
Así que no sabes lo que me ha gustado de que Pedro comparta mis ideales, y más con los burros de carga de antaño, que muchos de ellos eran solo objetos por lo que se les maltrataba mucho.
Besotes
Hola guapa
ResponderEliminarAy me ha gustado mucho este relato! Tenía miedo de que sucediera algo malo al final así que me he alegrado mucho de que acabara así de bien!
entiendo perfectamente esa relación que se establece entre humano y animal, es que son mucho más que mascotas/animales de trabajo
Un besazo
¡Me encanta! Tal y como lo ibas relatando y describiendo deseaba que tuviera un final feliz y efectivamente así ha sido..la bondad de los animales y la compañía incondicional que nos aportan es un bien muy preciado. Un abrazo y sigue deleitándonos con tus maravillosos escritos. :)
ResponderEliminarhola!!
ResponderEliminarque bueno la historia de Gimeno. me ha gustado mucho leer la historia de este asno. alfinal los animales aportan una compañia y un cariño especial así que entiendo que quisiera compartir la carga y llevarlo entre los dos.
besos.
Al final a los animales de granja, por simplificar, muchos les ven como "herramientas", les alimentan y poco más. Pero Jimeno supo entender que eso no era suficiente y debía hacer que se sintiera querido...Bonita historia,bss!
ResponderEliminarohh ame esta historia creoq ue los animales se merecen el mismo respeto y el amor que todo ser vivo, el final es maravilloso ojala en la realidad fuera asi de y acabemos con el maltrato
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