Sirena
Apartadas del mundo, en
la profundidad del océano vivían aquellos seres hermosos a los que por algún
motivo el destino había querido que pernoctasen en la oscuridad, apartadas de
la belleza que daba la tierra, de la hermosura que producía el sol, de las conversaciones
y risas compartidas. Todas ellas tenían algo en común, el miedo, la tristeza,
la agonía de los días eternos.
El miedo era inculcado
por seres incapaces de ver el amor, su ignorancia les hacía doblegar a la
sirena para tenerla a su merced, pues de otra forma serían incapaces de
mantenerla a su lado.
La tristeza se apilaba
dentro de su ser cuando ya no había más miedo posible que poder guardar, la
impotencia de no saber qué hacer, a donde ir o a quien acudir.
La agonía era lo peor,
pues junto con la tristeza y el miedo tendrían que pasar las horas, los días,
las noches, los meses y los años sin saber cuándo terminaría o como acabaría.
La sirena pensó que, si
tenía que finalizar todo ese sufrimiento sería a su manera, dejó de lado
aquella hermosa cola para convertirla en bellas piernas que dieron un paso al
frente. Con pequeños movimientos, pero firmes agarró el pomo de la puerta y
respiró el aire que se le negaba, dejó que la brisa de la mañana refrescase su
rostro, permitió que el sol calentase la frialdad con la que había vivido. Ya
nunca más sería una sirena olvidada, cantaría, bailaría, soñaría con algo más
que aquel océano negro.
Unos pasos adelante y
tocaría la hierba verde de un jardín que solo veía desde la ventana, olería
aquellas flores que creía que solo se abrían para un mundo que no conocía.
Correría lo más rápido posible en busca de otras sirenas, las ayudaría a dejar
sus colas tras una puerta de odio, de mal vivir, de impotencia, de miedo, de
terror.
Una sirena libre de cuerpo y mente era lo más hermoso del mundo, no había que tenerles miedo, ni compasión, solo darles afecto, el respeto que merecían y sobre todo dejarlas ser libres.
Cuantas sirenas en la oscuridad, cuanta impotencia. Me gustó mucho, mucho sentimiento, mucho tacto. Besos y por aquí seguiré como siempre. Maica.
ResponderEliminarCuánto dolor puede haber, cuánto que ni siquiera podemos imaginar. Y cuánta indiferencia del mundo, cada quien enrollado en lo suyo. Me hizo sentir. Gracias, Mar.
ResponderEliminarHola Mar..
ResponderEliminarTodos somos amor y merecemos dar y recibirlo pero nos engañan utilizando el miedo.
La mayoría de las veces no somos conscientes que cada persona esta librando una batalla en su interior .
Tanto en tan pocas palabras.
Saludos
La verdad es que muchas veces no nos podemos imaginar el dolor que puede acumular una persona, cuantas luchas debemos tener con nosotras mismas antes de empezar el día
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que vivir de ese modo debe ser una auténtica condena.
Así que o una se resigna o como esa sirena, da ese paso hacia delante y lucha por lo que quiere. Aunque es inevitable sentir miedo, siempre será mejor que cumplir condena en la oscuridad.
Me encantó mil el relato.
Besotes
Hola
ResponderEliminarQué profunda ha sido la lectura. Qué triste día tras días soportar ese dolor. Todas merecen ese cariño y que puedan disfrutar libres y en paz. Hay que ser empáticos y entender que cada uno puede sufrir en silencio...
Besotes
No hay que dejarse engañar por una fachada. Dentro, se esconden muchos secretos que la gente no ve.
ResponderEliminar¡Buenas!
ResponderEliminarGenial el texto como siempre.
El tema de las sirenas siempre me ha parecido alegre, pero es verdad que bajo este punto de vista (que se puede asemejar mucho a lo que muchas mujeres viven aun siendo humanas) da mucha tristeza. El final me ha gustado mucho, en busca de la libertad del resto de ellas.
¡Un saludo!
Me ha querido recordar a a la Sirenita, no conozco otras historias donde la sirena consiguiera piernas para cambiar de vida. Por cierto, casi siempre las pintan de embaucadoras y no reflejan esta parte de tristeza,bss!
ResponderEliminarSiempre he tenido la curiosidad si en realidad han existido, es que la ciencia ficción siempre nos sorprende y el tema de las sirenas es algo que parece tan real en como nos los cuenta a veces. Y respeto a tu entada que triste el vivir de esa manera, suele ser la realidad de muchas mujeres hoy en día, en pocas palabras muchas somos o hemos sido unas sirenas.
ResponderEliminarme parece dulce y una preciosa metáfora... creo que en algún momento me he sentido sirena...
ResponderEliminarMuy evocadora la concepción del entorno y la contrapartida de mantenerse presa en el océano. Me ha gustado.
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