El pintor
Desde la silla de la
cocina podía ver al joven que habían enviado para pintar el interior de la
casa, llevaba un buzo azul, o eso parecía pues estaba cubierto de distintos
tonos de pintura, además de gastado y raído por algunas zonas, parecía que era dos tallas menos de las que necesitaba, cada vez que se bajaba marcaba su
estructura trasera dando la impresión que la tela cedería y dejaría al
descubierto todo lo que llevaba oculto.
A pesar de no ser una
mujer demasiado mayor; había pasado ya bastante la cincuentena; no tenía
demasiada vida social, sus días eran el cuidado de la casa, bordar, ver la
televisión o escuchar la radio, solo salía para hacer compra. Sola en aquellas
cuatro paredes ver al pintor era algo que la violentaba pues no podía dejar de
mirarlo.
Sin pensarlo dos veces se
levantó, se metió en el cuarto de baño, preparó el mejor vestido que tenía, se
duchó con esmero, se peinó, se maquilló de forma sugerente, se calzó unos
zapatos de tacón alto y decidida salió del baño cruzando el pasillo hacía la
habitación, al pasar por delante del pintor dejó un halo de aroma de un buen
perfume que tenía guardado todavía sin abrir. Caminó despacio notando como el
hombre paraba de pintar para observar aquella espalda y aquellas piernas que
con los altos zapatos se veían esbeltas.
Con la chaqueta y el
bolso se paró delante del pintor y vio como este se sonrojaba pues en unos
segundos había pensado de todo mientras la observaba como entraba en la
habitación, se sentía avergonzado porque estaba agitado, parecía que su corazón se
escuchaba al otro lado de la pared, sus pensamientos le delataban recordando
como varios de sus compañeros contaban historias sobre mujeres que vivían solas
y estaban necesitadas, por su mente joven le pasó esa idea, pues aquella mujer
arreglada estaba de muy buen ver.
Ella tuvo que llamar su
atención dos veces, pues seguía inmerso en sus pensamientos.
—¡Perdona!, ¿joven?
—¿Si, señora? ¿diga?
—Voy a salir, no sé lo
que tardaré, si es hora de irte solo tienes que empujar la puerta.
—¡Ah!, ¿pero se va?!
—Sí, tengo que salir, y
ya te digo que no sé lo que tardaré.
—Vale, vale…
Se quedó mirando como salía
por la puerta, lo que no pudo ver fue la sonrisa de satisfacción que iluminaba
su rostro, se había sentido deseada y eso le gustaba.
Pues claro que me gusta. Rico sabor de relatos cortos y no saber en qué va a desencajar. Pequeños y gigantes momentos que hacen la vida, para esta mujer fue maravilloso.
ResponderEliminarSorprendente final, buen trabajo, como siempre amiga.
ResponderEliminarPues así se hace! Está muy bien sentirse guapa y deseada. La mujer del relato parece que hacía tiempo que no se sentía así. Se le ha subido la autoestima y eso me ha encantado.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminar¡Que viva el empoderamiento de la mujer!
Sí, mucho se ha hablado, yo creo que son más historias de bocazas que tienen poco que contar, de ciertas mujeres "necesitadas" que se insinúan, así que me ha gustado que él lo diese por hecho pero que ella con su actitud le diese todo un zasca en toda la cara, por llamarlo de algún modo.
Vamos, un final, para mí, sublime.
Besotes
Me encanta , como siempre la narración, los detalles, y como se desenvuelven los personajes, siempre hay alguien que con su aptitud nos pone a prueba pero el final es como la vida misma
ResponderEliminarWow , tú me mantuviste atenta sin parpadear a esta narración, me encanta la actitud de empoderamiento de la mujer, un mensaje muy claro del como se hace. Gracias por tu dedicación y sobre todo por hacerlo tan bien! me encanto.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, me ha mantenido enganchada, me ha gustado los personjes y el final interesante, a seguir escribiendo, con ganas de seguir leyendote y ver con que nos sorprendes.
ResponderEliminarEste relato da para una segunda parte, ¿eh? Al final nos tenemos que arreglar para nosotras mismas y si levantamos pasiones pues mira, eso que nos llevamos. Se quedó el pintor a verlas venir jaja,bss!
ResponderEliminarInteresante.
ResponderEliminarhttps://thebazileanimor.blogspot.com/2020/11/apocalipsi-de-un-transmigrante.html?m=1