Renacer
De la oscuridad pasó a
sentirse iluminado mirando a su alrededor en aquella calle donde el ruido
resultaba ensordecedor, miraba las moles de cemento asombrado de su grandeza,
veía gente como él pasar por su lado y no conocía a nadie, personas que emitían
sonidos extraños que no reconocía, podía ver, escuchar, caminar, sentir, sin
embargo no podía expresar nada de lo que sentía, recordaba aquella negrura en la que había estado tanto tiempo, ahora notaba el calor del
sol en su cara, las miradas de otros en sus ojos, el roce de algunos que
tropezaban al pasar por su lado, por el contrario no reconocía aquel lugar,
aquella época, aquel año, todo era extraño, en su cabeza flotaba una sola idea,
caminar, sabía a donde, pero no sabía el por qué, sus pies comenzaron a moverse
en la dirección que llevaba grabada en su mente, pasaba por delante de luces de
colores con símbolos los cuales no entendía, no recordaba nada más que aquella
oscuridad donde permaneció sabe Dios cuanto tiempo, dónde se sentía bien pues
tenía recuerdos que ahora no recordaba, mientras caminaba se encontró con la
noche, sabiendo que su único afán era llegar y sabía que llegaría a tiempo a lo que fuese que le deparase el destino, su rumbo ya estaba marcado.
Se quedó parado delante
de un gran edificio pintado de blanco con símbolos azules iluminados, grandes
ventanales y gente entrando y saliendo, allí de pie miraba al tercer piso,
tenía que esperar, inmóvil permaneció durante dos horas, hasta que a través de
aquella abertura transparente un hombre se asomó y ambos se miraron fijamente.
En el piso tercero, el hombre
que miraba por la ventana, no tendría más de treinta y cinco años, sus ojos se
clavaron en aquella figura inmóvil en la acera, pensaba que le conocía, no
podía apartar sus ojos de él, una rara sensación recorrió todo su cuerpo, no
sentía miedo, pero si curiosidad. Continuaría mirándole si la puerta de
la habitación de aquel gran hospital no se hubiese abierto. Un médico entró
acompañado de una enfermera, ella llevaba en brazos un recién nacido, ambos
felicitaron al padre primerizo, entregándole a su hijo el cual cogió en brazos
feliz de que todo saliese bien, dichoso de sentir aquel pequeño cuerpo pegado
al suyo se acercaron a la ventana, en la acera ya no había nadie, en
su lugar había una aureola de humo blanco, al padre le sacudió una oleada de
tristeza hasta que miró a su hijo, ya nunca más recordó la mirada de aquel que
estaba en la calle.
Ayyyyyy Mar!
ResponderEliminarNo por nada espero siempre tus relatos. Es increíble la sensación cuando mis ojos comienzan, cuando avanzan y al terminar. Qué bien! Me encantó.
Excelente relato, las historias siempre me han parecido muy buenas para leer.
ResponderEliminarGracias por tu visita!
ResponderEliminarLindo relato.
Saludos.
¡Hola!
ResponderEliminarNo sé como te las apañas, que a la que empiezo a leerte siempre me mantienes pegada en la pantalla. Bueno, en realidad sí lo sé, es porque haces pura magia con las palabras.
Confieso que en esta ocasión me he quedado un poco intrigada con ese ser . Vamos, no he sabido deducir de quién se trataba, o si estaba relacionado con ese pequeño recién nacido.
Besotes
Debo reconocer que tus relatos me enganchan de principio a fin y este no podía ser la excepción.
ResponderEliminarMe has descolocado un poco con este relato, ¿era un hombre que había estado en coma?, ¿venía del ala psiquiátrica?, ¿por qué espera y luego desaparece? Muchas preguntas y pocas respuestas,bss!
ResponderEliminarOlá!
ResponderEliminarUma história linda.
Boa continuação.
Beijinhos