Pesadilla velada
A primera hora de la
mañana entró en el camping donde pasaría unos días, necesitaba esa libertad al
aire libre, ese descanso tanto físico como emocional, mientras recorría el
camino hasta llegar a su parcela pensaba que su mente precisaba desconectar de
todo aquello que a lo largo de varios años la había desmontado como persona.
La parcela estaba bien
situada, junto a unos árboles que daban sombra y un espacio abierto para
recibir los rayos de sol.
Colocó su alquilada
tienda entre dos caravanas, quería sentirse segura, arropada, aunque solo fuese
por aquellas casas con ruedas. Apuró todo lo que pudo, quería dejar todo listo
antes de acercarse al mar, ver el agua que nunca en su vida viera le producía
una sensación de calma, se sentía eufórica por descubrir aquella inmensidad.
El acceso a la playa se
hacía por un camino de tierra, desde lo alto podía divisar el infinito de
aquella masa de agua, escuchar a las gaviotas graznar y a los niños gritar le
gustaba.
Cuando sus pies tocaron
la arena blanca, sintió un escalofrío que le recorría toda la espina dorsal,
erizándole los pelos desde la nuca hasta la cabeza. Buscó un sitio apartado,
estiro su toalla y se recostó mirando al agua, las olas batían contras las
rocas, se deslizaban por la arena como queriendo abrazarla, allí estaba a
gusto, a salvo, se sentía segura. Recostó la cabeza y cerró los ojos, quería
dormir escuchando el murmullo de la marea, aunque sabía que tendría pesadillas,
no le importó, pues solo serían eso, pesadillas, ya no la realidad.
Se vio atada en aquella
vieja casa, le llegaba aquel olor a podredumbre, no tenía mucho espacio para
moverse, pues aquella cadena no medía más de metro y medio, sabía que él pronto
llegaría, a pesar de no tener reloj, contabilizaba el tiempo como nadie.
La puerta se abrió y
aquella mole de grasa entró en la habitación, le soltó las cadenas para que
hiciese la cena, podía oler el sudor de varios días que desprendía aquel
monstruo que la tenía retenida desde hacía más de tres años. En aquella
estancia solo había una mesa, dos sillas y aquel sofá al que temía, porque tan
pronto terminaban de cenar la arrastraba y se echaba encima de ella para
satisfacer su más pervertida pasión.
Durante meses estuvo
recopilando cosas que él no echaría en falta, un tornillo, una moneda, una
aguja, una goma, varios hilos que fue uniendo con un nudo, no sabía cómo
utilizaría todo aquello, si bien la evadía de otros pensamientos y si todo
salía bien intentaría escapar como fuese.
El engendro quedó dormido
encima de ella, no podía moverse, como tantas veces a lo largo de los años, en
alguna ocasión pensaba que se moriría bajo aquella masa maloliente. Buscó la
aguja bajo el sofá y le pinchó en un costado, se movió, continuó pinchando en
una pierna, en un brazo, hasta que de tanto moverse cayó al suelo para
continuar durmiendo la borrachera que tenía encima.
Los platos y cubiertos
habían quedado sobre la mesa, cogió un cuchillo y fue directa al corazón,
prácticamente ni se movió, se quedó sangrando como un cerdo. Buscó las llaves
de mil cerraduras que tenía en aquella pocilga, cogió todo el dinero que
encontró y salió de allí como alma que lleva el diablo. Sacó un billete para el
sitio más lejano que pudo, compró todo lo necesario sin sentir ninguna lástima
por aquel montón de carne que dejara en aquella casa donde estuvo cautiva,
maltratada, violada, humillada durante tanto tiempo.
Las ratas tendrían comida
para mucho rato, pues nunca nadie pasaba por la zona.
Se despertó en aquella paz, su pesadilla ya no le producía temor, sabía que ese animal ya nunca más podría hacerle daño, sanaría su cuerpo, su mente y su alma en aquella playa donde el mar le cantaba y la acunaba con sus movimientos.
Estupendo!
ResponderEliminarConmovedor
Buen relato
ResponderEliminarHola, me gusto mucho este relato, tienes mucho talento, espero que puedas seguir creciendo más en este ámbito que se te da muy bien. Saludos desde kiwybooks!
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarSencillamente la piel de gallina.
Como siempre has sabido mantenerme pegadísima a la pantalla intentando descubrir lo que se escondía en ese recuerdo a modo de pesadilla.
La verdad es que me horroriza pensar la de personas que deben vivir con ese pesar dentro, por no hablar del daño físico ...
Me alegra que la protagonista sea una mujer fuerte y puede revivir todo aquello en sus pesadillas sin que le cause dolor. No todas lo logran.
Besotes
Madre mía!
ResponderEliminarDe terror total. Y pensar que este tipo de cosas no son solo fruto de la imaginación... pasan de verdad. Y más a menudo de lo que pensamos...
Ha sido terrorífco pero menos mal que pudo escapar sin consecuencias. Muy pocas veces se logra algo así. Una liberación total y encima, bañada por el mar. Me ha encantado.
Oye, y el color del texto mola mucho más en este gris clarito. Un diez.
Un beso.
se nota que tenemos Halloween a la vuelta de la esquina, la verdad es que me ha gustado mucho leerte, y el color de fondo da un toque más terrorífico, enhorabuena
ResponderEliminarHola Mar.
ResponderEliminarUna vez mas genial!!
Estas cosas pasan en la vida real
La realidad creo que siempre supera a la ficción, aunque esta última le ponga mejor los decorados!.
El relato es eso un relato aunque luego cada uno lo vamos llevando a nuestro entorno cercano y/o lo que leemos en las noticias. Ojala la protagonista consiga sanar alguna de esas heridas.
Saludos
Gracias
Hola,
ResponderEliminarLo admirable de tu manera de escribir es el conseguir causar emociones. Pensar en la historia me causaba repulsión... estaba deseando que pudiera salir de ahí sana y salva. Ahora toca sanar esas heridas internas, que son las más difíciles de sanar.
Saludos
Wow acorde a esta época! De miedo y terror... No soy apacionada del terror, pero admito que me encantó tu resumen. Felicidades
ResponderEliminarHola creo que todos alguna vez seremos como la protagonista y tendremos pesadillas por un mal recuerdo que en el fondo sabemos que tenemos y debemos aceptar para sanar y lograr así paz interior que nos ayude a seguir adelante
ResponderEliminarUff, que terrible son las pesadillas en algunas ocasiones, yo he tenido muchas desde el 2018 a raíz de la muerte de una hermana. Sin duda alguna todo lo que callamos el cuerpo tarde o temprano lo expulsa.
ResponderEliminarBreve, pero intenso. Me ha gustado el mensaje final, aunque he estado enganchada en cada párrafo. Sigue así.
ResponderEliminarPor suerte no conozco ningún caso similar, pero lo que has descrito es lo que dicen en las pelis, que a pesar de dejar atrás lo que les atormentaba, las víctimas siguen recordando y les cuesta mucho dejar de tener miedo, bss!
ResponderEliminarWow! qué duro y que triste pensar que a veces, la realidad supera la ficción! por cierto, escrbes taaaaaaaan bien!!! Transmites muchísimo!
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