La Caja
Desde que tenía memoria
recordaba aquella caja de fotos colocada de forma estratégica sobre el armario
más alto del que disponía la estancia. Se acordaba de ver a su madre colocarla
allí y nunca más se había tocado.
La mirada que su madre le
había echado al darse cuenta de que sabía del escondite, la aterrorizaba de tal
manera que nunca se atrevió a mirar que se ocultaba dentro.
Aquella mujer fuerte,
insensible, la que nunca decía nada cariñoso. Su boca no sabía lo que era reír,
sus ojos jamás reflejaban un atisbo de amor.
Una mente atormentada que
solo se regía por reglas estrictas, todos los días la recordaba malhumorada,
enfada con el mundo, con ella, jamás se hubiera atrevido a preguntarle que le
pasaba, su gesto no daba opción al acercamiento.
Desde pequeña quería a su
madre y deseaba que también la quisiese a ella, que le demostrase afecto,
aunque nada más fuera con un roce o un beso al aire.
A pesar de aquella
actitud, siempre la trató bien, le permitió estudiar, salir, le compraba lo
necesario, le ayudaba en todo lo que podía.
Creer que eso era
suficiente, podía ser posible para una persona adulta con una mente ya formada,
para una niña era insufrible, solamente quería el cariño de su madre, no todo
lo material que le daba.
Cuando sus ojos se
cerraron para siempre no sabía si llorar, no podía descifrar cuáles eran sus
sentimientos, sin embargo, notaba un vacío en su interior, pues se había ido lo
único que tenía en el mundo, bueno o malo, era lo que conocía.
La casa vacía, oscura,
notaba la falta de la mujer que diariamente se ocupaba de ella, después de
abrir todas las ventanas, buscó aquella caja, la curiosidad por saber que
ocultaba la consumía.
Varías fotos del mismo
hombre, sacadas en distintos tiempos, una carta escrita desde hacía muchos
años, el papel así lo reflejaba. Al abrirla descubrió que iba dirigida a su
persona:
“La vida no me ha tratado bien, he
sido golpeada por la persona que más quería, tu padre. No he podido recuperarme
de lo que hice, no he querido darte nada más que lo necesario por si me perdías
antes de tiempo. Quería que la familia que te acogiese fuese esencial para tu
bienestar, que nunca me echaras de menos, de ese modo tendrías la oportunidad
de ser feliz en otro hogar.
Las fotos de la caja son de tu padre, ya no
está con nosotros, la última vez que me pego casi me mata y a ti también porque
estabas dentro de mí. Esa sería la última vez que me pondría la mano encima,
siento mucho la vida que te he dado, la vida que nos tocó. Sé que eres fuerte,
que saldrás adelante, solo te pido que no permitas que nadie mande en tu vida,
cuando ames que te amen de igual forma, con respeto, sinceridad, cariño. Si
esto no sucede en el amor, te destruyen y no podrás dar ni ofrecer nada. No
busques a tu padre, está cerca, se retuerce debajo del árbol que está en el
jardín. A veces la vida te obliga a tomar decisiones fatales, yo tomé una,
ahora ya no sirve de nada arrepentirme, pagaré mi deuda, vive lo mejor que
puedas, estamos de paso”.
¡Hola!
ResponderEliminarSin duda uno de esos relatos que te dejan el corazón en un puño al pensar cuántas mujeres, e incluso hombres, hoy en día sufren de violencia de género.
Eso es algo que de un modo u otro creo que te marca de por vida, y aunque obvio no defiendo lo que hizo la madre, a saber qué haría yo si estuviese en su situación. Quizás igual que ella decidiría vivir, aunque seguramente no de ese modo, porque fue una condena que arrastró hasta el fin de sus días.
Besotes
Hola!
ResponderEliminarQue relato mas interesante y profundo.
Este problema afecta a todo el mundo de una manera u otra y que te marca.
Besos guapa
Hola guapa, madre mia que relato mas duro! a veces las personas guardan cada recuerdo en su interior que puede hacer mucho daño, la caja me ha recordado un poco a la caja de Pandora por contener tanto mal! besos
ResponderEliminarHola! Creo que la violencia es una cuestion que sigue y seguira pasando a lo largo del tiempo. Coincido con Resi: Haber abierto esa caja es como haber abierto la caja de pandora: una caja que contiene una carta y varias fotos contienen tanta maldad. Por otro lado, pudiste reflejar lo que a muchas mujeres que hemos vivido violencia nos pasa: la violencia te marca hasta en los sentimientos y, a veces, te cuesta demostrarlos.
ResponderEliminarTus relatos hacen que nos pongamos en la piel de la protagonista, logras que empaticemos. La violencia es algo que marca la personalidad y el resto de tu vida. Nadie debe vivir con miedo, nadie.
ResponderEliminarAnte situaciones duras no todo el mundo reacciona igual y la mujer eligió ser distante. Una pena que tuviera que morir para que la hija se animara demasiado tarde a averiguar el motivo,bss!
ResponderEliminarLa madre le tendría que haber dicho que se debe denunciar cualquier maltrato.
ResponderEliminarVaya historia más dura. Tienes la facilidad de contarnos estos relatos que parecen reales, como si te lo estuviera contando una amiga que le ha pasado esto o aquello. Imagino que la protagonista se habrá quedado helada después de leer la carta y ni me imagino el torbellino de emociones que habrá sentido.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, en especial el final. No obstante, si me lo permites, creo que ganaría mucho si eliminas la voz pasiva y revisas la puntuación: faltan algunas comas para redondear la historia. En el segundo párrafo me perdí un poco: no sabía si hablabas de la madre o la niña. Sé que son detalles que no desmerecen la historia, pero el relato ganaría en fuerza.
ResponderEliminarMe ha gustado. Te animo a seguir adelante. Un saludo.
ResponderEliminarVaya! Qué terrible la violencia, y tan existente siempre.
ResponderEliminarDe nuevo, la sorpresa que siempre se asoma en tus relatos, lo inesperado con ese halo de tristeza e impotencia.
Grande Mar! 💐