Nube de caramelo
Llevaba más de seis meses
colocado delante del colegio para niños de secundaria, todos los días antes del
recreo se arrimaba a una esquina mostrando sus nubes de caramelo, algunos que
ya lo conocían se acercaban a coger aquel dulce que tanto les gustaba.
Otros eran más reacios,
puesto que estaban avisados por sus padres de no comer nada que le diesen
personas extrañas.
Él nunca se acercaba a
los niños, ni los llamaba, ni les ofrecía nada, simplemente se quedaba de pie y
si alguno quería una nube se la regalaba.
Cada dos noches preparaba
con mucho cuidado, mimo y esmero aquellas deliciosas gominolas, sabía que los
niños eran muy exigentes y quería que fuesen unas nubes que nunca olvidasen.
Una mañana después de
llegar a su esquina, una patrulla de la guardia Civil paró a su lado.
—Buenos días, ¿podría
identificarse?
—Claro que sí. —sacó su
DNI del bolsillo para entregárselo al agente, el cual, tras realizar las
comprobaciones oportunas, se acercó de nuevo.
—Bien, aquí tiene su
documentación. ¿Usted sabe que está cerca de un colegio donde hay menores?
—Sí, lo sé agente, pero no hago nada malo.
—Hemos tenido varias
llamadas de padres que están preocupados por sus hijos y por lo que usted hace
aquí. ¿Qué tiene en esas bolsas?
—Nubes de caramelo,
algunos niños me las piden y yo se las doy, ¿quiere probar una?
—Vamos a entendernos,
¿vende nubes de caramelo?
—No, no las vendo, solo
las regalo. Tome, pruebe una. Yo mismo las hago en mi casa, con productos de
muy buena calidad, a los niños les gustan mucho.
—Señor, no voy a probar
nada, va a tener que acompañarnos.
—¿Por qué?, no hago daño
a nadie, estoy aquí protegiendo a estos niños.
—¿Los está protegiendo?
¿De qué? O ¿de quién?
—Agente, mientras yo esté
aquí ningún otro ocupará este puesto, conmigo el colegio estará seguro y los
niños jugaran sin peligro. ¿Usted cree
que llevo drogas?, pero no es cierto, puede llevar mis bolsas y analizarlas, si
yo me voy de aquí vendrán otros que, si llevarán drogas y se las ofrecerán a
los niños. Estoy aquí porque los traficantes tienen un código, no meterse en
los puestos de otros.
—Escúcheme, lo que no
puede hacer es venir todos los días, los padres están asustados.
—Pues no me voy a ir, el
año pasado mataron a mi hijo, le dieron unas drogas en unos caramelos con algo
a lo que era sumamente alérgico, y ahora no voy a permitir que eso vuelva a
suceder. En honor a mi hijo cuido de estos niños a mi manera, yo no los invito
a nada, pero si me piden una nube de caramelo se la doy. Mis nubes son limpias,
puras, sabrosas y no matan. Además, estoy evitando que otros ocupen este
espacio con productos que no van a ser tan naturales como los míos.
Las bolsas fueron
analizadas sin encontrar nada peligroso en sus ingredientes, finalmente en
otros centros educativos colocaron personas con otras variedades de gominolas
para ahuyentar a otro tipo de comerciantes.
Como siempre genial! Me parece una muy buena enseñanza. Siempre me han dicho que nunca acepte nada que me dé nadie. Los niños son inocentes y no ven la maldad. Por otro lado, del microrrelato podemos sacar una enseñanza sobre los prejuicios. A veces las cosas no son lo que parecen.
ResponderEliminarHola guapa, me ha encantado el post, tus microrrelatos siempre son fantásticos y te dejan con ganas de más, me parece un relato muy duro y es bueno para que lo lean los niños y no se fien de los extraños que nunca cojan chuches ni nada de un extraño.
ResponderEliminarUn beso!
¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que aunque pueda incluso entenderle, por lo vivido con su hijo, es que si me pongo en la tesitura de los padres, aunque no lo soy, no sé si me gustaría que mi hijo cogiese sin más algo de un extraño.
Cierto es que sus intenciones eran buenas, pero de igual modo que el hubiese querido que su hijo no hubiese cogido esos caramelos, tiene que pensar que los padres tienen el mismo temor.
Besotes
Hola!
ResponderEliminarMe ha sacado una sonrisa el relato, porque todos los prejuicios son ciertos, pero la lógica del vendedor también. ambas posturas siendo incompatibles coexisten bien al final, pero es verdad que durante todo el rato estás no fiándote de este hombre. Gran relato, muchas gracias por compartirlo.
Un besote!! ^^!!
ELEB
Es un texto que te hace reflexionar sobre el comportamiento de las personas y la herencia que dejamos a nuestros hijos, pues lo que les enseñamos es lo que repetirán con sus hijos. A pesar de las buenas intenciones no toda ayuda es buena, el proceso de aprender depende de muchos factores y aunque tu texto pueda sacar una sonrisa porque lo has hecho con mucho tacto si que hay que ponerse en lugar de los demás.
ResponderEliminarQue bonita historia cuando la sabes entera!!
ResponderEliminarDe entrada sospechamos de cualquier persona desconocida que se pueda acercar a nuestros hijos
Un micro-relato estupendo como todos.
Saludos
Hola guapa, pues no se yo si la solucion seria la del relato, la de colocar a alguien a quien se controle o lo suyo es educar a los niños para que nos las acepten, desde luego el padre eligio una curiosa manera de llevar a cabo su proteccion! besos
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarAy cuando he descubierto el motivo de las nubes de caramelo se me ha encogido el corazón, pobre hombre
Y la verdad es que como solución me parece muy buena, es una forma muy inteligente de proteger a los niños
Un besazo
Buenas,
ResponderEliminarTe confieso que al inicio de tu relato he pensado lo peor de ese hombre y me has dado una gran lección por prejuzgarlo. De niña siempre nos decían eso de no coger comida de desconocidos y al final le pillas mucho miedo a esa situación. El pobre hombre lo ha pasado fatal y no hacía nada malo... al final es hasta un ejemplo.
Besotes
Hola wapa! Hay que tener cuidado con los niños y los caramelos, son muy inocentes y es fácil engañarlos! Bsss
ResponderEliminarEs muy típica la frase de no coger nada de extraños, y mucho menos dulces. En las noticias se ha visto que es una situación que ocurre...Ahora ya podría haber más voluntarios que ahuyenten a ese tipo de personas, bss!
ResponderEliminarLos niños y los no tan niños somos a veces muy inocentes y no vemos a veces la maldad que se puede esconder tras un hecho tan sencillo como que alguien te de una gominola o un caramelo y tu relato me ha hecho reflexionar sobre ello. También ha logrado que me acuerde de lo mucho que me gustas las nubes de caramelo, ainns ahora quiero una. Un abrazo
ResponderEliminarHola, la verdad que para los niños siempre va a ser una atracción, pero para los padres siempre va a ser un tema preocupante, la historia terminó bien, aunque no sabemos si todas las historias terminarán de esa manera me gustó la enseñanza de la Moraleja
ResponderEliminarA veces desconfiamos de las personas equivocadas, me pareció un buen hombre, pero no está demás indagar y ver que no este causando daño, una pena lo de su niño.
ResponderEliminarHola!! Siempre me quedo alucinada con tus relatos, este me gustó mucho y me entristecio. Entiendo perfectamente a todas las partes, la desconfía y el hacer cualquier cosa para proteger a los niños. Besos
ResponderEliminarEnhorabuena por este relato, me encanta como nos permiten sumergirnos en la historia, la forma de transmitirla es muy buena y creo que es de las historias que tienen un mensaje muy especial.
ResponderEliminarLeerte es siempre un placer conectar con las historias y poder reflexionar las cosas de nuestro día a día.
ResponderEliminarme encanta como escribes y tus giros inesperados! Aunque esta historia me ha dado un poco de pena por lo que le pasa al señor, por lo que pasa en los colegios y sobretodo por la desconfianza que hay en la sociedad (y lo peor es que generalmente es con motivos... )
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