Pesadilla

Pesadilla

Abrió los ojos, la habitación estaba oscura, percibía una rara sensación que no sabía describir, permaneció unos segundos mirando a su alrededor, hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.

Estaba en su habitación, sintió algo de alivio, intentó alargar el brazo para encender la luz, su cerebro no emitía ninguna respuesta para que el brazo se moviese, intentó mover alguna otra parte de su cuerpo, no podía, quiso abrir la boca para gritar, imposible, su cerebro no respondía a ninguna de sus órdenes.

Allí estaba inmóvil, boca arriba, en su cama, era lo único que sabía, de pronto notó una figura alineada con su cuerpo, solo los separaban unos centímetros. Él flotaba, ella acostada, esa figura fue bajando hasta que su cara quedó pegada a la de ella, le podía ver claramente, sus ojos claros, casi transparentes, penetraban en su cerebro. Notaba la presión de su cuerpo sobre el suyo, quiso apartar la cara para evitar el roce con la de ese hombre, su cerebro seguía sin obedecerla, intentaba que todo terminase, no quería mirarle.

Él, no hacía ningún gesto, cada vez se acercaba más. Al tiempo que se apretaba contra su cuerpo, pudo fijarse en cada facción de aquella cara, demasiado blanca, perfecta, los pómulos muy marcados, los labios delineados como en una pintura, la barbilla varonil, las cejas frondosas, si bien, estaban cuidadas y milimétricas. Notaba su respiración pausada, lo que no podía saber era si ella también respiraba, no sentía nada, solo a aquella figura que se acercaba más y más, hasta que la presión fue tanta que creyó que todo terminaba ahí.

Se despertó sobresaltada, agitada, sudando, llorando, mientras alargaba el brazo para encender la luz, de su boca salió un grito de terror.

Con la habitación iluminada, miró a todos los lados, no había nadie, como siempre. Llevaba tres días con aquel sueño que la iba destrozando poco a poco, se levantó para preparar un té, ya no podría dormir, otra noche en vela por culpa de aquella pesadilla.