Universo paralelo

Universo paralelo

Llevaban seis horas de búsqueda sin novedades, habían movilizado a todos los de los pueblos adyacentes, que se habían agrupado de diez en diez para realizar las batidas más rápidas y abarcar más terreno. 

Desde que la alerta se recibía hasta la puesta en marcha, no había tardado más de cuarenta y cinco minutos, el tiempo era primordial, y tenían que encontrarlo lo antes posible.

Javi solo tenía seis años, no podría haber avanzado mucho terreno en la oscuridad y seguramente con miedo y con frío.

Las batidas se hacían en círculo, desde el campamento base, todos estaban comunicados y comprobaban cada rincón, esquina, matorral, cueva, hendidura, minuciosamente, pues era muy pequeño y podía estar escondido o haberse caído en cualquier parte.

Los padres de Javi, tras haber llamado a las autoridades, y ser sedados por su estado de angustia, ansiedad, terror, miedo, lloraban y se abrazaban rezando para que todo fuese un mal sueño. Querían salir a buscarlo, pero les habían dicho que mejor era que esperasen, para que cuando lo encontrasen, se lo pudiesen comunicar rápidamente. Lo que no sabían era que los tenían como los primeros sospechosos de la desaparición del niño.

Había sido adoptado con cuatro años, creían que se habían cansado de tenerle.

Cuarenta y ocho horas llevaban rebuscando en cada rincón de aquel bosque, de los pueblos más lejanos habían llegado cientos de personas dispuestas a ayudar, decidieron dar una batida en el río, y acotar más terreno.

Aquellos padres, contaban una y otra vez lo sucedido, habían llegado, colocado la tienda de campaña, el padre había ido con el niño a coger ramas y palos para encender una hoguera. La madre estaba preparando la comida y mientras el padre recogía unas mantas en la tienda, el niño había desaparecido, menos de dos minutos, fue el tiempo que estuvo sin ver al niño. 

Las autoridades no estaban convencidos con lo que relataban, sin embargo, también les costaba imaginar que hubieran sido los culpables, realmente estaban sufriendo y nunca se contradecían.

En esos dos minutos, Javi, se movió para coger un juguete y de pronto todo se puso oscuro, intentó buscar la hoguera y vio una casa, había un perro, un gato, varias gallinas, conejos, le gustó mucho aquella casita, porque la conocía. Cuando se fijó en la mujer que salía por la puerta, corrió hacia ella, que tan pronto lo vio, se quedó blanca como la nieve, era él, su niño, había vuelto, después de tanto tiempo. Corrió a abrazarlo mientras llamaba por su marido, Javi, vio a su padre, y lloraba, diciendo que había tenido mucho miedo, que el bosque estaba muy oscuro, que había buscado la hoguera y no la había encontrado, solo había visto la casa.

Todo era paralelo, dos universos, dos realidades distintas, por las que Javi había pasado, las mismas personas viviendo vidas diferentes en los mismos lugares, unos habían perdido a su hijo, que otros encontraron al otro lado de ese mundo. Javi, de vuelta a su primer hogar, dejaba la incertidumbre en el otro universo, nunca nadie supo lo que le había pasado.