Quimérico amigo
El caserón se quedaba
vacío, llevaba muchos años sin ningún tipo de reforma, se veía viejo,
descascarillado, ajado. Cuanto más se alejaba el coche, más pequeño parecía,
daba menos miedo, parecía indefenso. A través de la ventanilla, se acordaba de
los doce años vividos. Allí había venido
al mundo junto a aquellos padres cariñosos, tan especiales con la soledad y
atraídos por la paz, el canto de los pájaros al atardecer, una buena taza de
café en el porche después de comer, toda esa nostalgia se la habían
transmitido. Realmente fueron años felices, con seis años conoció un amigo que
lo acompañaba a todos lados, pescaban, nadaban en el lago, corrían por el
bosque e incluso construyeron un fuerte, a lado de uno de los árboles más
imponente por su grandeza y frondosidad.
Ahora, con doce años,
tenía que abandonar a su amigo, se iban a la ciudad, una decisión que sus
padres habían tomado para poder darle unos estudios adecuados, fue pensada y
razonada, lo primero era dejarle en herencia a su hijo, lo mejor que podían
ofrecerle, una buena educación. Sabían que dejar aquella tierra les dolía en el
alma, lo cual compensaban con la idea de regresar algún día.
Los años pasaron, nunca
volvieron, se acomodaron en aquel apartamento junto a sus plantas y pájaros. La
decisión de vender aquel caserón si hizo más real a lo largo de los años.
Una tarde, camino de la
que un día fuera su hogar, la sensación no era nada agradable, parecía que una
fuerza mayor tiraba y tiraba cada vez más de él, en especial cuanto más cerca
estaba del lugar.
La autopista se había terminado,
la vieja carretera era angosta, aunque cómoda para conducir, no estaba
transitada, se prestaba para poder pisar un poco el acelerador. A seiscientos metros de la casa, una
sensación de frío le había erizado todos los pelos de la nuca, una voz de ultratumba
grito:
–¡Por fin, has vuelto!
Al mirar por el
retrovisor, allí estaba, su amigo, con el mismo aspecto de siempre, lo único
que había cambiado era el tono de voz, era inhumano, terrorífico, sus ojos
abiertos como puños lo miraban amenazadores.
El susto fue tan grande
que perdió el control del coche saliendo de la calzada y rodando ladera abajo.
Sentía como la cabeza chocaba con la puerta, con el techo, con el volante, como
todos sus órganos se mezclaban en su interior, el coche seguía dando vueltas
hasta que una enorme roca lo detuvo.
Dentro del aquel coche,
inmóvil, con la certeza que su vida se acababa, aquel amigo acercó su cara a la
del moribundo emitiendo una sonrisa que más parecía un alarido.
–Ahora, ya no podrás
irte, estaremos juntos para siempre.
¿Por qué me has abandonado? Me dejaste solo, sin despedirte, llevó
muchos años esperando este momento, estaré aquí contigo hasta que cruces al más
bajo infierno, ahí es donde yo estoy, donde nos vamos a reunir.
Sin poder mediar palabra,
intentó con todas sus fuerzas levantar una mano, no podía, estaba atrapado
sabiendo que en segundos dejaría de sufrir. Los ojos del terrorífico amigo no
dejaban de mirarle, unas lágrimas rodaron por sus mejillas al tiempo que
pensaba que no era justo, aquel no podía ser su amigo, él, había sido siempre
bueno, alegre, divertido, no un fantasma malvado surgido de Satán.
Sus ojos se cerraron, su
alma voló alto, hacia las estrellas, el amigo no había conseguido que bajase al
infierno, de nuevo se quedaba solo.
Como siempre todo un placer leerte. Me he entretenido un buen rato leyendo tu relato. Un beso y feliz semana ❤️❤️❤
ResponderEliminarQué brusco final. ¿Quién iba a pensar que le pasaría eso?
ResponderEliminarNo sé por qué, en cuento empecé a leer me dio la impresión de que el amigo era imaginario. El típico amigo invisible que al final resulta ser un fantasma. Me ha sabido a El sexto sentido. Pero al final el bien pudo con el mal. Bien!
ResponderEliminarUn beso.
Hola! me encantan tus historias, sobre todo porque son esas historias que tienen un final inesperado. Esta historia la tuve que leer mas de una vez para darme cuenta que el amigo del protagonista era un niño fantasma. Al principio, debo decir que creí que ambos habian tenido un accidente y uno de ellos habia fallecido y el otro no, pero nada que ver. Saludos!
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNo sabes como disfruto leyendo tus relatos en general, pero más si cabe si son como este, que te van estremeciendo a medida que avanzas con la lectura.
A priori, como veo que les ha pasado a muchas de tus lectoras, también creía que era un amigo imaginario, vamos, ni de lejos pensaba que era un fantasma.
Me alegra, que a pesar de ese final trágico, el fantasma de ese niño no se saliese con la suya.
Besotes
Cada vez me gusta leer más tus relatos, como; cada uno de ellos, porque me trasladan al casero descascarillo como dices tu. Aunque yo he visualizado una puerta, gracias por estos relatos tan fantásticos que me hacen volar a mi mente
ResponderEliminarBuaaaa, me ha encantado! Amo los relatos de terror, de ultratumba, y en este te has superado! No me hubiera imaginado ese giro final con mezcla de miedo y de drama. Una pregunta, te gusta Stephen King? Porque me ha recordado a alguno de sus relatos! Felicidades!
ResponderEliminarMe ha alegrado leer el relato de día, porque si lo hubiera leído de noche, seguramente habría tenido una pesadilla, me ha dado terror imaginarme al amigo que vuelve se ultratumba. Que cacotas me estoy volviendo, un abrazo
ResponderEliminar¡Hola! Impresionante! Me quedé estremecida con el relato, qué intriga, te confieso que al principio pensaba que tenía una enfermedad terminal y ese encuentro había sido coincidencia. Coincido con Marie, menos mal que lo leí de día, no tanto por la oscuridad sino porque soy de soñar mucho.
ResponderEliminar¡Un beso grande!
Hola Mar.
ResponderEliminarUn relato mas largo de lo que nos tienes acostumbradas y un final inesperado que nos sorprende una vez mas.
Genial relato.
Saludos
Es impresionante el giro que das a tus historias a la verdad. Una bonita reflexión que nos invita a pensar. Yo juraba que la trama era sobre un problema de salud mental.
ResponderEliminarParece que su amigo le tenía guardado un poquiiito de rencor, ¿no? Está claro que no siempre salen los planes como queremos y la vida da muchas vueltas. Lo bueno es tener unas raíces a las que volver, bss!
ResponderEliminarVaya que triste manera de morir, quizás en el fondo no era una amigo verdadero, porque la amistad sincera no te desea el mal, pero al menos no se quedó en el mismo lugar que el amigo.
ResponderEliminarHola wapa! Siempre es un placer leerte, tienes mucha imaginación y me gusta mucho cómo escribes. El otro día me enteré de que tenías un libro en Amazon y tengo pendiente ir a cotillear.
ResponderEliminarBsss
Hola guapa, pues... esta claro que hay amistades que no son del todo buenas eh... no se yo si eso era amistad verdadera o egoismo absoluto... la cuestion es que he disfrutado totalmente de tu relato y de esa atmosfera fantasmagorica que me encanta! besos
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