Un café, una mesa para cuatro
Una mañana cualquiera, un día decisivo
–¡Dime cariño!, ¿a qué viene
tanta urgencia?
–He estado ocupado estos
días, ya sabes, por lo de la boda, y tenía muchas ganas de verte.
–Sí, la dichosa boda…
–No empecemos, ¿vale?,
sabías que me iba a casar y no te importó.
–Pensé que te importaría
a ti, ¿se lo has dicho a la novia?
–No, ella no tiene que
saber nada, si se llega a enterar, me mata.
–Claro, la única tonta
aquí, soy yo, soy tu paño de lágrimas, a quien acudes cuando discutes con ella,
o cuando te sientes solo.
–Eso no es verdad, tú
sabes que te quiero mucho, e intento estar contigo el máximo tiempo posible,
pero ahora, con lo de la boda, no tengo mucho tiempo, venga invitaciones,
probar el traje, la comida. Odio todo eso, no sé por qué no se ocupa ella y su
madre, estoy harto, sería ideal saber la hora para llegar al altar, con eso ya
sería suficiente.
–Qué tonto eres, me tengo
que ir cariño, ¿me llamarás?
–Sí, si no puedo
llamarte, nos veremos en la boda. Un beso, amor. Te quiero mucho.
Seis minutos más tarde,
en el mismo café, en la misma mesa.
–Amador, cariño, te he
visto a través de la ventana. ¿Qué haces aquí?
–Hola, mi vida, ¿quieres
tomar algo?, he parado un momento, tenía que ir al baño y de paso me he tomado
un café.
–¿Con quién?, veo dos
tazas.
–No, yo solo, esa taza ya
estaba aquí, ya sabes, en este café no es que se pasen mucho por las mesas.
–Amor, ya solo nos queda
un mes, treinta días y seremos marido y mujer, estoy tan feliz, te quiero tanto,
eres el hombre más maravilloso del mundo. No podría vivir sin ti.
–Yo te quiero más mi
vida, ven dame un beso, soy yo el que no sería nada sin ti. Nuestra vida será
magnífica, nunca podré querer a nadie tanto como te quiero a ti.
–Me voy amor, tengo
muchas cosas que hacer. Nos vemos más tarde, ¿vale?, te quiero.
Dos minutos más tardes,
mismo café, misma mesa.
–Vaya, menos mal que la
he visto al entrar, porque si no, te hubiera puesto en un compromiso.
–Hola, querida. ¿Tenía
pensado llamarte esta semana, pero estuve muy liado, con lo de la boda, ya
sabes?
–Sí, ya sé, que soy la
segunda en discordia, la única que ignora todo es la que al final será tu
mujer, ¿y yo? ¿Qué voy a ser?
–No puedo casarme con las
dos, con Inés, llevaba mucho más tiempo de relación, es la que más se lo
merecía.
–Si no te quisiera tanto,
serías el hombre más fácil de odiar de este planeta. ¿Dime que me quieres?
–Te quiero muchísimo, lo
sabes. No sé cómo estaré este mes, de tiempo, si no puedo llamarte, nos veremos
en la boda, ¿vale?
–Te odio. Llámame, busca
un hueco y llámame, necesito estar contigo.
Cuatro minutos más tarde,
mismo café, misma mesa.
–Amador, se me ha
olvidado decirte algo, no sabes a quién me he encontrado, a Elena y a Marta.
¿No las vas a saludar?, o ¿ya las has saludado? Chicas, todo para vosotras,
podéis pelearos por él, o podemos salir las tres de aquí e irnos a tomar algo.
Un segundo más tarde,
mismo café, misma mesa.
Un hombre solo.
Sugerente relato, los blog son estupendas experiencias. Saludos desde Chile.
ResponderEliminarMuchas gracias. Estoy de acuerdo que los blog son puertas abiertas para todos los gustos. Un saludo
ResponderEliminarVaya, vaya... solo espero que la boda se haya cancelado!
ResponderEliminarMe gustó el relato, imaginé la escena, el café y a las chicas... a él desde el principio no le puse rostro, solo camisa blanca... me encantan este tipo de relatos.
Gracias por compartir
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarwow pedazo giro al final!! La verdad es que al leerlo estaba deseando que tuviera un final así porque menuda cara tenía el hombre este, así que el final que tiene lo tiene más que merecido!
Me encantan los relatos que nos traes y los giros que tienen
un besazo
Me he quedado pillada, ¿al final era la mujer y otra o la mujer y otras dos?
ResponderEliminarNunca he entendido estas situaciones en las que sabes que un hombre está con otra persona y siguen con el y encima le dice que la quiere... La quiere a ella o a la otra? porque está claro que a una no... Anda y que le den!
Ostras, o sea que el tio estaba con dos y la futura mujer? madre mia... que pereza pensar en algo asi, lo peor es que casos habra que se lo monten igual que este don Juan de tu microrelato! por cierto me gusta cuando no hay escenario, solo dialogo! besos
ResponderEliminarEl final que le espera a los hombres infieles, quedarse solo, y a todas les dice lo mismo, es que esa escena es ya muy conocida, hay que tener cuidado de quien uno se enamora y que sobre todo no hagan perder el tiempo.
ResponderEliminarHola vaya historia. Al final era la mujer y la amante de su marido? Me he quedado intrigada jajaa. La verdad que es una situación difícil. No sé si yo perdonaría una infidelidad. Gran relato. Bs
ResponderEliminarHola, gran diálogo en un relato, revelador... Quizá te apetece participar en el reto que he puesto en marcha en mi blog, se llama el reto del microteatro y es escribir algo parecido a lo que has escrito tú, te dejo el enlace por si te animas: https://literatureandfantasy.blogspot.com/2023/02/el-reto-del-microteatro.html Un abrazo. :)
ResponderEliminarUna encerrona en toda regla. Esos aficionados se lo merecen por no ser unos profesionales de la infidelidad.
ResponderEliminarBuenísimo, me da gusto que al final se haya quedado solo... se lo merecía. Lo disfruté, saludos.
ResponderEliminar¡Vaya con el tipo este! Y pensar que cosas así y aún más tremendas se dan todos los días en este mundo nuestro! Se quedó solo, como bien merecía.
ResponderEliminarMe imagino la escena en un teatro y la coordinación de movimientos para que todo salga preciso.
Ojalá sirva de reflexión este relato, muy bien logrado.
Un abrazo con mucho cariño, Mar.
Tomar café en taza es puro placer. Regalar tazas personalizadas para disfrutar de este momento le da un toque especial en cada sorbo. Un gesto sencillo que hace los cafés más cool.
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