Depredador
Inés, una joven de quince
años, muy introvertida, con fobia social, se sentía a gusto ella sola en su
habitación, con sus juegos, sus redes sociales: en las cuales no participaba,
solo con alguna foto, los comentarios muy escuetos y apenas actualizaba su día
a día.
Una tarde, vio que
alguien había puesto un like en una de sus fotos, abrió el perfil, miró la foto
y le gustó lo que vio, era un joven guapo, muy guapo. Al día siguiente, recibió
otro like del mismo perfil, y al día siguiente ese mismo perfil le puso un comentario
de una de sus fotos. Se sintió alagada, ninguno de sus amigos, había sido tan
interactivo en sus publicaciones.
A las dos semanas, ese
perfil, le envió una solicitud de amistad e Inés, aceptó. Se sintió valorada,
apreciada y sin quererlo comenzó a arreglarse un poco más. Aquel perfil, le
había subido la autoestima, poco a poco comenzaron a tener más contacto, por
Messenger, por WhatsApp, durante varios meses mantuvieron una comunicación
constante.
Los padres de Inés,
habían visto un cambio espectacular en su hija, estaba más comunicativa, se
arreglaba, le pedía a su madre ir de compras y aunque no salía mucho, sus
padres pensaban que poco a poco parecía que iba dejando atrás esa fobia que
cada año la sumergía en la soledad.
Felices por la transformación,
consultaron con el especialista que la trataba, para saber cómo proceder en
esta nueva etapa que estaba descubriendo su hija. Cuando este les dijo que la
vigilaran, que la fobia social no se curaba de un día para otro, que tenía un
proceso y que algo no cuadraba, insistiendo en tener una sesión con la joven.
La cual se negaba a visitar a ningún “loquero”.
El perfil se hizo novio
de Inés, e intentó quedar con ella en dos ocasiones y no lo consiguió, por lo
que cambio de estrategia, la adulaba, le hablaba todos los días. Hasta que un
día le dio un ultimátum, si no se veían, tendría que dejarla, y buscar una
novia a la que pudiese ver.
Inés, asustada, no quería
perderlo, aceptó la cita, habían quedado a mitad de camino, para ello, tenía
que coger un autobús que la dejaría delante de una estación de servicio y allí
la recogería.
Inés no dudó ni un
segundo en acudir, no tenía miedo, había hablado con él, eran novios, que daño
le podía hacer. Salió de casa sin decir nada, y ya nunca más volvió. La
policía, tras haber inspeccionado su ordenador, supo enseguida que era acción
del conocido como depredador. Se aprovechaba de jóvenes introvertidas y una vez
conseguía que salieran a conocerle, ya no se sabía nada de ellas. Pensaban que
eran vendidas como tráfico humano, como prostitutas o simplemente asesinadas
por placer.
Woooow muy bueno, y la verdad es que esas cosas si pasan, son secuestrados y después la familia anda como locos pagando lo que pidan para el rescate.
ResponderEliminarAsí es, por desgracia
EliminarÉ triste mas é uma realidade que acontece cada vez mais.
ResponderEliminarUna triste realidad
EliminarMuchas gracias, me alegra que os haya gustado.
ResponderEliminarHola la verdad que la historia está increíble muchas veces sucede en la vida real desgraciadamente la escribiste tú con dos propias ideas o está basada en algún hecho
ResponderEliminarEs inventada, aunque también podría no ser lo.
EliminarLos padres tienen que estar más atentos a sus hijos en cuanto a las redes sociales no solamente por los depredadores sino por el daño psicológico que estás causan. Los niños de hoy día se dejan llevar mucho por la presión social que crean las redes sociales es diferente a los tiempos de antes cuando la presión social era más pública y si una niña introvertida de momento se emociona y cambia su manera de ser lo que decía el psicólogo era cierto algo Andaba mal
ResponderEliminarAsí es, pero es muy complicado.
EliminarHola! En el Internet no estamos exentos de eso, por eso debemos tener cuidado y sin embargo a cualquier edad sucede. Es increíble ! Cómo ha llegado la tecnología a tanto pero estos depredadores hay al acecho. Eso es para tenerlo presente.
ResponderEliminarLa tecnología es un arma de doble filo.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarBrutal relato pero desgraciadamente tan y tan real.
Internet es sin duda una arma de doble filo. Puede ayudarnos en muchos sentidos pero hay muchas sombras en ella, demasiadas, por lo que no deberíamos bajar la guardia, y más si eso implica a menores.
Tu relato me ha recordado a un caso muy actual en el tiempo, en el que por desgracia no tubo un final feliz (me ahorro los detalles porque son aterradores).
Confieso que a medida que iba leyendo tu relato, creía que el final hubiese sido otro... Diría que es una pena, pero no, porque post como el tuyo también pueden ser de gran ayuda para pensar que eso no solo pasa en la tv, que cualquiera de nosotros podríamos ser Inés.
Besotes
Pasa a menudo, a lo mejor con otro final, pero hay mucho depredador en la red.
EliminarHola :)
ResponderEliminarDesgraciadamente este relato es cruel y muy digno de la realidad de muchas chicas y chicos. Hay personas terribles que se aprovechan de la ingenuidad e inseguridades de los jóvenes para hacerles daño. La solución no lo sé pero yo empezaría a ser mas comunicativo con mis hijos e hijas para que ellos sientan en confianza de contármelo todo. Este relato es especialmente bueno para enseñarselo a los mismos jóvenes para que reflexionen y estén prevenidos.