Ala Rota
Oteando el horizonte, con
sus alas desplegadas volaba el águila, la reina de los cielos, sus ojos fijos
en todo lo que en el valle se movía, alerta, buscando su cena. A lo lejos divisó un conejo, su tranquilidad
resultaba aterradora, ágil y a favor del viento planeaba en silencio,
acercándose cada vez más a su presa.
El conejo ajeno a lo que
se le venía encima, luchaba por desenterrar una raíz, también iba a ser su
cena, estaba tan inmerso en lograrlo que había perdido el sentido del peligro.
El águila cada vez se
acercaba más, lista para extender sus garras y atrapar su presa, ya casi a ras
del suelo, un ciervo viendo el peligro, he intentado salvar a su cría, comenzó
a correr con las astas señalando a la gran águila, ambos concluyeron en un colosal
choque, el águila comenzó a rodar por la ladera, dejando mitad de su plumaje en
tremenda embestida. A pocos metros del precipicio, logró agarrarse, no podía
volar, tenía un ala rota, se sentía impotente, víctima y cena de otros
depredadores. Poco a poco fue caminando, magullada, dolorida, subiendo aquella
gran montaña, intentando llegar a su nido, un nido en lo alto, donde le gustaba
estar, para poder escudriñar todo lo que se movía en aquel gran valle.
Llegó a su nido, cansada,
agotada y herida, se recostó en las mullidas hojas y ramas, cerró los ojos
pensando que no le gustaba su final, ella, era la reina de los cielos, la
poderosa, la que todos temían, el viento era su aliado y las nubes su cobijo.
Con los ojos cerrados,
pidió al aire, a la luna, al cielo que volviese a tener su ala lista para
volar, que no podía vivir si no surcaba los aires, hizo una promesa, nunca más
cazaría otras especies vivas durante el tiempo que le restase de vida, se
alimentaría de carroña, aprendería a desenterrar raíces, cuidaría del valle.
Su deseo se cumplió, y a
los dos días su ala estaba curada, y de nuevo pudo levantar el vuelo, los
animales tan pronto la veían se agazapaban o se escondían temerosos de su
poderío.
Durante días se dieron cuenta que el águila no cazaba y todos salieron al valle, corretearon y descubrieron que tenían un aliado muy poderoso. El águila también descubrió que podía vivir sin cazar, podía compartir aquella hermosura de paisaje con todos lo que allí habitaban, y nunca le faltó algo que cenar.
Que bonito, me encantan los cuentos y en especial cuando tienen su moraleja.
ResponderEliminarHola!!!
ResponderEliminarQue bonito!!! Esto lo has escrito tu o sale de algun libro? has logrado que me metiese en el texto totalmente . Sentia mucha pena por la presa del aguila... Solo deseaba que se salvase.. Y la verdad es que he sentido alivio al ver que el agula no lo conseguía. Si lo has escrito tu, me gustas mas que muchos escritores. BSS
Hola guapa
ResponderEliminarOh que bonito este texto, sobretodo por ese giro final! creo que se puede sacar una metáfora muy valiosa, podemos vivir bien sin tener que pisar a los demás para conseguirlo
Un besazo