No las hagas, no las temas





No las hagas, no las temas

Buscaba en aquel contenedor algo que llevarse a la boca, el día anterior, había encontrado unas manzanas, de las cuales, había aprovechado más de la mitad. Ese día no encontraba nada, se había despertado tarde, y ya otros, habían rebuscado por los alrededores.

Caminó a lo largo de la calle con la intención de buscar en algún otro sitio, no encontró nada, volvió a su casa de cartón, y se refugió mirando entre aquellos trapos si había quedado algo del día anterior. Encontró un corazón de una de las manzanas, la saboreó hasta que ya no quedó nada.

Hubo un tiempo que le hubiera dado asco comer ese desperdicio, un tiempo que tiraba la mitad de lo que compraba; ahora pensaba que, si pudiese volver atrás, no se dejaría infectar por la soberbia

Su estómago, le decía que aún tenía hambre, continúo rebuscando, sin embargo, no quedaba nada que aprovechar, la comida era escasa, había mucha gente buscando, necesitaba madrugar si se quería encontrar algo bueno.

Se recostó sobre aquel cartón ya gastado por el uso, creía que tendría que ir buscando otro para que el frío de la acera no lo traspasase y le llegase a su cuerpo.

Intentó dormir, cerró los ojos, recordó la buena vida vivida, ¿Cómo había terminado en aquel estado?, reflexionó en todo lo malo y ruin que había hecho, con qué facilidad había despreciado a los que no tenían nada, como se había burlado de los que tenían algo, siempre negándose a ayudar a los más necesitados, jamás hizo nada por nadie.

Así fue, que cuando lo necesitó, nadie le echó una mano, nadie le conocía, nadie se acordaba de él.

Reconocía su vanidad, se culpaba a sí mismo por haber llegado a esa situación. Recordaba aquel refrán, que siempre decía su abuela. “No las hagas, no las temas”. Finalmente, se durmió, era la única forma de escapar de su soledad y penuria, al menos durante unas horas.

No las hagas





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