Imaginaria felicidad
Joel había encontrado una
revista de juguetes, la llevaba escondida bajo la chaqueta para que su hermano
mayor no se la quitase. Tenía mucha
ilusión por el día de Navidad, le gustaba, colocar el árbol, el nacimiento, las
luces de colores y en especial, recortar de la revista todo lo que quería de
regalo.
Se escondió en su
habitación, abrió la revista y comenzó pasando las hojas muy despacio,
señalando con un lápiz de color azul, cuáles eran las cosas que quería. Estaba
tan ensimismado, que no se dio cuenta de que su hermano había entrado en la
habitación, ambos compartían aquel cuarto y no pudo hacer nada, solo vio volar
la revista de sus manos a las de su hermano mayor.
Ambos comenzaron a
pelearse por la revista y de pronto, Andrés, perdió el equilibrio, golpeando la
cabeza contra un aparador, se cayó al suelo y se quedó inmóvil. Joel cogió su
revista y comenzó a reírse de su hermano. De la risa, pasó al miedo viendo que
su hermano no se movía, se acercó a él y lo zarandeo agarrándolo de los brazos.
Andrés, permanecía
inmóvil en el suelo, Joel, vio unas gotas de sangre en la alfombra, corrió a
avisar a su madre.
Madre e hijo corrieron a
la habitación, Andrés ya no estaba.
Joel se quedó mirando a
su madre, diciéndole que Andrés se había caído y sangraba, lo había movido y no
se movía, se había asustado mucho.
La madre de Joel, abrazó
a su hijo, dándole un beso en la mejilla, salió de la habitación sin decir
nada.
Joel se quedó allí
inmóvil, mirando el lugar donde antes había estado tirado Andrés, miró por toda
la habitación, se preguntó, por donde había salido, comprobó que su revista
seguía en su sitio, la volvió a abrir para seguir señalando todos los juguetes
que quería.
De pronto, Andrés se
sentó a su lado en la cama, mirando a su hermano, le dijo:
—Has visto, aparezco y
desaparezco cuando quiero. Mamá ni cuenta
se dio, tampoco te creyó.
Joel guardó su revista,
le dio un empujón a su hermano.
—Te consideras muy listo,
¿verdad? Pero algún día mamá te verá y entonces acabarás castigado.
—No lo creo, te acabarán
castigando a ti, por mentiroso.
Joel, dejó a su hermano
en la habitación, bajó a merendar, su madre estaba en la cocina, preparando
alguna comida y miró a Joel diciéndole:
—¿Todo bien?
—Sí, mamá, todo está
bien.
—¿Has hablado con Andrés?
—Sí, ha quedado solo en
la habitación, estoy enfadado con él, me ha dado un susto de muerte.
—Bien, pues entonces a
merendar.
—Sabes mamá, Andrés dice,
que no lo podéis ver, yo si le veo, y aunque es un poco abusón, me gusta, me
gusta estar con él
—Lo sé, hijo, lo sé.
La puerta de la calle se
abrió y entró su abuela.
—Hola, Joel, ¿con quién
estabas hablando?
—Con mamá.
La abuela se quedó
mirando a su nieto, ya no le quedaba nadie más, aquel trágico accidente se
había llevado al resto de la familia.
Escalofriante esta historia, muy bien relatada se me han puesto los pelos de punta con el final que no me lo esperaba como en anteriores historias tuyas.
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarUff que duro ha sido este texto, creo que de todos los que he leído tuyos este ha sido el mas duro.
El final no me lo esperaba, ha sido de esos que te rompen el corazón
Un besazo
Hola guapa, pues vaya relato mas impactante, desde luego con lo de la madre ya me has matado! me ha gustado muchisimo y ademas es que esta muy bien desarrollado! besos
ResponderEliminarMe encantó, justo ese desenlace no me lo esperaba. Esta maravillosamente relatada y disfrute cada párrafo. Sigue escribiendo historias de este tipo por favor!
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarUn relato estupendo. Si acaso me permitieras un consejo, creo que eliminaría la última frase, porque no hace falta saber cómo murieron, ya se adivina lo que ha sucedido, aunque no se lea de manera directa. Creo que así sería más impactante. En cualquier caso un relato fenomenal, como decía. Gracias por compartirlo con nosotras.
Un besote!! ^,^!!
ELEB
Que texto tan bonito a la par que triste. Tengo una hermana y si le pasara algo, ufff no se. Siempre consigues emocionarme, un abrazo
ResponderEliminarHola guapa,
ResponderEliminarUn relato que pone los pelos de punta, la verdad. He sentido mucha emoción y, al mismo tiempo, felicidad. Me has sacado una sonrisa:)
Ostras, y si la madre y el hijo son espíritus porque entre ellos no se ven? Que minicuento tan bonito porque te hace sentir, sorprende y eso me gusta, un abrazo
ResponderEliminarSiempre me sorprendo con tus relatos ya que siempre caigo en el juego y al final el desenlace termina sacándome del cuadro, muy buen relato!
ResponderEliminarWaooooooooo, que historia y quedé en estado de shock, eran fantasmas. Impresionante tu bonita forma de escribir.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarUff, que final. Lo del hermano se intuye pero la madre también... Pobre chaval, que tragedia tan grande y pobre abuela. El relato deja el corazón en un puño.
Besos!
Y yo pensando que estaban jugando al escondite los hermanos...Mira que he leído ya unos cuantos relatos tuyos y no dejas de sorprenderme. Seguro que la abuela había vivido esa situación antes, vaya trauma debía tener Joel, bss!
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